😈 El lenguaje marketiniano con frecuencia induce a confusión • Hay que evitar cambiar de nombre a las cosas de siempre, sobre todo cuando no hay necesidad
¿Vehículos adolescentes o vehículos para adolescentes? (Foto cortesía de Massachusetts Division of Insurance) |
Indudablemente, alguien le había soltado a dicha reportera lo de los vehículos adolescentes y ésta, desconocedora de que esos vehículos, por ser los que adquieren los precios más altos, son precisamente los menos adecuados para adolescentes. Si a la reportera se le hubiera dicho que los vehículos de 3 a 5 años están adquiriendo una importancia especial para el mercado de vehículos de ocasión, sin duda no habría confundido los conceptos.
Recuerdo que hace unos cuantos años, un destacado personaje del mundo de la distribución de automóviles en la sobremesa de una comida con la prensa, me planteó que a él no le parecía que se hiciera la distinción entre vehículos nuevos y usados, ya que este último término relegaba a un segundo nivel a los vehículos que calificaba por lo que él y su gente estaban estudiando la posibilidad de ir reemplazando el el léxico del sector la expresión vehículos usados por la de vehículos matriculados. ¿Qué te parece?, me preguntó.
Y yo, con mi habitual ─flagelante, dicen algunos─ sinceridad, le contesté que me parecía una bobada, puesto que dentro de los vehículos matriculados también podían distinguirse los vehículos matriculados nuevos y los vehículos matriculados usados. Mi respuesta contrarió claramente a mi interlocutor que sin duda esperaba una respetuosa reverencia de mi parte, como seguramente había recibido de su gente cuando les propuso semejante genialidad.
Hay que cuidar mucho el lenguaje en los comunicados de prensa, que deben llamar a las cosas por su nombre para evitar confusiones y ambigüedades y hasta manifestaciones de prepotencia, aunque éstas sean involuntarias o de rebote.
Pocos días atrás, unos colegas me comentaban que Hyundai España, con motivo del inicio de la producción de su gama H350 de furgonetas en Turquía, había difundido un comunicado de prensa en el que alardeaba poco menos de que la firma coreana había sido la inventora del vehículo comercial ligero.
Localicé el comunicado en cuestión y ví que, en efecto, el titular del mismo decía: Hyundai Motor inicia la producción del primer vehículo comercial ligero, el nuevo Hyundai H350, en Europa. En efecto, parecía que el H350 fuese el primer vehículo comercial ligero fabricado en la historia, pero leyendo ya las primeras líneas del texto, veo que dice en ellas: Hyundai Motor ha comenzado la producción en mayo del primer vehículo comercial ligero de la empresa. ¡Cómo cambian las cosas al aparecer al final de la frase ese de la empresa que faltaba en el titular!, ¿verdad?.
El lenguaje natural tiene una clara tendencia a la ambigüedad y somos los que lo usamos quienes tenemos la obligación de reducir esta última todo lo posible para evitar confusiones. No se trata de llegar al extremo de los lenguajes formales que gobiernan los autómatas y en los que un conjunto de símbolos debe tener una única interpretación; sólo se trata de decir las cosas de la manera más sencilla pero más completa posible, sin puntillas ni encajes superfluos.