♦ La alcaldesa de Madrid propone la creación de un autobús lanzadera para contrarrestar las molestias que originaría a los ciudadanos la peatonalización de la Gran Vía
MADRID ─ Hoy nos hemos almorzado con el anuncio de que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha anunciado que el consistorio que preside estudiará la posibilidad de establecer un servicio de autobús lanzadera para amortiguar las molestias que pueda originar a los ciudadanos la peatonalización de la Gran Vía madrileña, un proyecto con el que Carmena y su equipo están dispuestos a seguir adelante tras los escarceos de estas últimas fiestas madrileñas. En lugar de lanzarnos de inmediato sobre el teclado para comentar el asunto, hemos aguantado como hemos podido esos irrefrenables deseos al objeto de analizar un poco más los fundamentos de esa medida y sus previsibles efectos. Tras ello, hemos llegado a la conclusión de que lo del autobús lanzadera debe ser una ventolera más de las que prodigan la alcaldesa y sus concejales... ¿O no?.
Por más vueltas que le damos, no entendemos de qué serviría crear ese servicio alternativo de transporte, incluso aunque el mismo fuese gratuito. Hace ya mucho años que puede recorrerse la Gran Vía de Madrid en el metro, al que puede accederse desde un extremo de la misma por la estación de Banco de España y, desde el otro, por la de Plaza de España, disponiendo de accesos intermedios en las estaciones de Gran Vía, Callao y San Bernardo ─estas últimas con algún transbordo de una línea a otra del ferrocarril subterráneo. Existen asimismo varias líneas de autobuses de la EMT que cubren la Gran Vía.
Un autobús lanzadera se supone que prestaría servicio desde un extremo a otro de la Gran Vía, pero ¿para qué?. Los aparcamientos públicos existentes en las proximidades de ambos extremos de la Gran Vía están saturados desde hace mucho tiempo y, en consecuencia, son incapaces de acoger los vehículos que los conductores y sus acompañantes se supone que dejarían en alguno de los dos extremos de la Gran Vía para tomar el autobús lanzadera que sugiere Carmena. Obviamente, si ya accedían a la Gran Vía en metro o en autobús, ¿para qué abandonar ese medio de transporte y tomar el autobús lanzadera?.
Aumento de congestión circulatoria en vías adyacentes
Además, el tráfico que en días laborables tiene la Gran Vía está compuesto mayormente por vehículos de servicio público: taxis, autobuses, ambulancias, bomberos, etc. y vehículos particulares o de empresas que usan la Gran Vía para acceder a prestar servicios a las zonas adyacentes a la Gran Vía. Estos últimos llevan con frecuencia utillaje y herramientas que no se pueden transportar a mano ni en el metro ni en el autobús. Están además los vehículos de reparto y suministros que, al no poder usar la Gran Vía en algunos tramos, vendrían a congestionar aún más el ya de por sí difícil tráfico de las calles aledañas a ésta.
Resumiendo, que por más vueltas que le damos no entendemos la propuesta del autobús lanzadera salvo que pasemos a considerar la idea como una ventolera repentina de la alcaldesa de Madrid, en cuyo caso la pregunta es que cómo puede estar en ese cargo una persona capaz de hacer semejantes propuestas. Porque si realmente ha sido una idea planteada seriamente, analizándose sus previsibles efectos positivos y negativos por los equipos de los diversos concejales afectados, resulta imposible admitir que nadie se haya opuesto a la misma.
Por eso, la otra alternativa que nos queda es pensar que la idea del autobús lanzadera sea en el fondo una maniobra de distracción orientada a cebar a los periodistas para con ello evitar que éstos se fijen en otros proyectos o actuaciones. ¿Cuáles?.