♦ El diario francés Les Echos recorta sensiblemente los parámetros económicos de la operación
MADRID ─ En el mundo del cine y el teatro se conoce como cameo la brevísima e intrascendente actuación de cierto artista ─normalmente principiante─ que aparece sólo unos segundos en escena. Pese a los miles de puestos de trabajo que suman las tres fábricas españolas de Peugeot y Opel, tanto sus sindicatos como las gerencias de las correspondientes filiales españolas y hasta de nuestras autoridades dan la sensación de que en el tema de la negociación entre el grupo francés PSA, que fabrica automóviles con las marcas Peugeot, Citroën y DS, no se han enterado de nada, como si no fuera con ellos. Vamos, que no han hecho ni un cameo durante unas negociaciones que sin duda han debido llevar entre cuatro y cinco meses, como poco.
Desde luego, para nosotros, la conversación telefónica que mantuvieron hace muy pocos días Olivier Bourges, secretario general del grupo PSA, y Luis de Guindos, y en la que el primero confirmó al segundo que este grupo iba a mantener los compromisos laborales que Opel hubiera adquirido con sus trabajadores no llega para todo un ministro de Economía e Industria, ni a cameo.
Mañana lunes, a las 9 de la mañana, se harán públicos los detalles del acuerdo, cuya existencia sin duda se filtró cuando ya estaba firmado, confirmándose el mismo a última hora de la tarde del viernes de esta misma semana, al objeto de que la agitación laboral y financiera que el mismo pudiese generar quedara amortiguada por la inactividad inherente a un fin de semana.
En esta web-blog ya hablábamos a mediados de febrero, hace apenas tres semanas, de los precedentes históricos de la operación y de lo que para nuestro país podía suponer a no demasiado medio plazo, que la compra se llevara finalmente a cabo, señalando el bastante probable cierre de la factoría de Madrid y el traslado de la producción del Citroën Cactus, que en ella se lleva a cabo, a la planta de Opel en Figueruelas (Zaragoza), en un comentario cuya lectura modestamente recomendamos al lector interesado.
Cifras a la baja
En el tiempo transcurrido desde entonces, pocos datos más se han sabido y la principal fuente de los mismos es el diario económico francés Les Echos. En cuanto al precio el grupo francés abonará a General Motors (GM), las cifras han ido bajando con el paso de los días. De los entre 2.000 y 2.400 millones de euros que daba la prensa española hace un par de días, el mencionado diario francés recortaba significativamente la cantidad para dejarla entre 1.600 y 1.800 millones.
Los ahorros que el grupo PSA podría obtener a consecuencia de economías de escala y otras sinergias, también eran rebajados por Les Echos que daba un tijeretazo a los más de 2.000 millones de euros que, como mínimo, barajaba la prensa española, y los dejaba entre 1.500 y 2.000 millones.
Uno de los puntos más conflictivos ha sido el del aprovisionamiento de los fondos de pensiones de las filiales europeas Opel (Alemania) y Vauxhall (Reino Unido) de GM, que ésta tenía bastante desatendidos desde hacía tiempo ─recuérdese que los estadounidenses no han visto un beneficio en sus actividades en Europa desde 1999 y que acumulan pérdidas por más de 14.000 millones en el Viejo Continente─ y que deberían tener disponibles 7.000 millones de euros. Parece que finalmente y aunque PSA aportará una pequeña parte de esa cantidad, GM avalará el resto, que seguirá anotando en el debe de su contabilidad.
Este aspecto explica por qué a los sindicatos españoles casi no se les ha oído decir palabra durante las negociaciones entre PSA y Opel. A diferencia de sus colegas del IG Metall alemán y de Unite, por citar uno de los principales sindicatos británicos, los trabajadores españoles perciben toda la cuantía de sus pensiones con cargo a los presupuestos generales del estado, con lo que no les afecta que GM haya aprovisionado o no fondos para este fin.
El Opel Ampera-e podrá circular por las calles de París luciendo en su frontal el león de Peugeot, el chevron de Citroën o las letras DS |
Obviamente, los estadounidenses tratan de proteger sus ventas de vehículos eléctricos en mercados como el chino, donde esperan vender una notable cantidad de unidades que les permitirán amortizar los elevados costes de desarrollo de aquellos.