• Multitud de correos electrónicos de dudosísima eficacia han inundado este verano las bandejas de entrada de los equipos informáticos de los periodistas
MADRID ─ Durante el verano que ahora afronta su recta final ─nos referimos naturalmente al tradicional verano astronómico y no a ese verano meteorológico que ahora se ha puesto de moda entre los telemeteorólogos y que adelanta un mes su llegada y su final sobre aquél─ el que esto escribe se ha concedido un inmerecido descanso durante el cual apenas se han publicado nuevos comentarios en este blog. Sin embargo, se ha mantenido pendiente del éter cual, por autoasignación, nuestro expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, se convirtiera en observador de nubes. Y desde nuestro puesto de observadores del éter hemos visto cómo, coincidiendo con la incipiente recuperación económica de aquellos que nunca perdieron su salud financiera, los departamentos de márketing del mundo del automóvil se han lanzado durante las semanas estivales a un enloquecido envío de correos electrónicos de dudosísima eficacia, en lo que, a nuestro juicio constituye sin duda el asalto final de lo que nosotros hemos dado en denominar la nueva comunicación.
Está claro, como ya hemos dicho hace tiempo, que el correo electrónico y, por extensión, las redes sociales, son la herramienta soñada de todo comunicador, por eliminar la posibilidad de conseguir una realimentación que mida la eficacia de los mensajes que a través de ellos se envían, dejando como único parámetro manejable el número total de envíos. De ahí que, ahora que las cosas económicas parecen ir mejor, debamos prepararnos para un incremento progresivo de envíos cuyo número alcanzará sin duda cotas hasta ahora insospechadas. Atención pues a las bandejas de correos recibidos con espacio limitado, ya que éste se consumirá a toda velocidad.
Naturalmente y salvo los sábados y domingos en que el volumen de correos que llegaba descendía apreciablemente, el resto de la semana hemos enviado a diario a la papelera decenas y decenas de correos electrónicos que eran claramente descartables sin haber completado la lectura ni de la mitad de su correspondiente Asunto. Algunos, simplemente tras conocer su remitente.
La situación está forzando ya a tomar medidas similares a las que hace tiempo se practicaban con los teléfonos móviles, evitando dar el correo electrónico a cualquiera que lo solicite, pues es evidente que existe un mercado de e-mails.
Y si entramos en el análisis de la información contenida o anexa al correo electrónico de aquellos que no son descartados por la vía rápida, la baja calidad de la misma y su claro enfoque publicitario son deplorables.
Como si se tratara de nuestros gobernantes, los remitentes de tales envíos han empezado a considerar descerebrados a los destinatarios de los mismos ─la verdad es que, tras ver las sinopsis de los programas estrella con que algunas de las cadenas de televisión pretenden copar la audiencia en esta nueva temporada, mucho nos tememos que no les falte razón.
Como ejemplo, se nos viene ahora a la cabeza un comunicado en que, para combatir el supuesto estrés posvacacional, se recomienda comenzar por darse una buena ducha todas las mañanas antes de salir de casa camino del trabajo. ¡Caramba; nosotros pensábamos que esa era una elemental medida de higiene que se practicaba por casi todo el mundo incluso antes de que existiera esa chorrada de síndrome!.
No obstante, para los que padecen el dichoso estrés posvacacional, recomendamos un viejo remedio casero: vayan a una farmacia y pidan un frasco de Ajoyagua. Bastará con tener a la vista ese frasco durante unos cuantos días para que desaparezcan los síntomas y molestias de aquella enfermedad.
En fin, está claro que el futuro de los medios de comunicación parece condenado a convertirse en meros centros de reenvío de mensajes publicitarios, algo que en otros tiempos habría sido motivo de escándalo en cualquier Redacción... Una consecuencia lógica de que la guerra entre Comunicación y Márketing la perdiera la primera.