• Se desprende de 1,27 millones de acciones de Eicher Motors a cambio de 2.500 millones de coronas suecas, pero mantiene su presencia en VECV, la sociedad conjunta que tiene con Eicher
El producto Eicher está muy dirigido al mercado indio |
En efecto, algunos analistas indios que siguen de cerca la industria del automóvil de su país aseguran que la presencia de Volvo en VECV se reducirá ligeramente, quedando en el 46 por ciento, con lo que el control de la sociedad conjunta debería pasar a manos de Eicher Motors, que tendría una participación mayoritaria en VECV.
Un portavoz del grupo sueco declaraba a Reuters que se había decidido esta desinversión debido a que ya no era necesaria la presencia en el capital de Eicher Motors a efectos contables, que es lo que llevó a Volvo a hacerse con ese paquete de acciones de la compañía india en 2008, cuando se creó la sociedad conjunta VECV, eludiendo concretar si se trataba de un primer paso hacia una salida completa del capital de Eicher. Era el paso que el grupo consideraba más aconsejable en este momento. Más adelante se verá qué es lo que procede hacer con el paquete de acciones de Eicher Motors que aún es propiedad de Volvo, dijo el mismo portavoz.
En medios financieros se da por hecho que la venta de ese paquete de 1,27 millones de acciones de Eicher Motors tiene como finalidad principal recabar fondos con los que acelerar el proceso de saneamiento que Olof Persson, presidente ejecutivo del grupo sueco tiene en marcha desde hace un par de años y, sobre todo, cumplir con uno de los objetivos de ese plan de reorganización: aumentar en 3 puntos de porcentaje el margen de explotación del grupo a finales de 2015, para así acallar las voces críticas que habían surgido en meses previos entre los accionistas más activos, que capitaneados por Christer Gardell, se mostraron muy duros al criticar que con todo el dinero que movía Volvo al cabo del año, nunca se les alegraba la vida con unos dividendos en consonancia, prefiriendo invertir los beneficios.
Una cadena de desinversiones y recortes
Ya en 2012, Volvo se había deshecho de su división aeroespacial, pero los efectos positivos de esa política de desinversiones han sido anulados en parte por algunas adquisiciones que con el tiempo se ha demostrado que fueron al menos inoportunas. Así, aún no hace un año que el grupo sueco completaba la adquisición de Terex, el constructor estadounidense de maquinaria de obras para integrarlo en su división Volvo Construction Equipment justo cuando este sector se encontraba en franco declive y muy debilitado por el frenazo de la economía china.
Olof Persson también anunció, en el marco de sus planes de reestructuración de Volvo, el despido de 4.700 personas y el reajuste de la numerosa plantilla que el grupo que preside dedica al sector de Tecnología de la Información, tratando de eliminar personal redundante o que no sea estrictamente necesario.
Aunque desde Gotemburgo se asegure que Volvo tiene intención de seguir presente en VECV, a la que califica de pieza clave en sus planes de expansión en Asia y otros mercados emergentes, y sea cierto que en años recientes su sociedad conjunta con Eicher ha realizado importantes inversiones como la fábrica de motores para camiones de tonelaje medio, una fábrica de autobuses y un nuevo taller de pintura, lo cierto es que basta con entretenerse un poco en el tratamiento que año tras año vienen dando los suecos a su presencia en Eicher Motors por lo que respecta a los informes financieros anuales, para tener enseguida la sensación de que Volvo no sabe qué hacer con su socio indio.
Hay que reconocer que la expansión que los fabricantes occidentales de vehículos industriales esperaban del mercado indio no ha llegado a cuajar, demostrándose que para poder competir en aquel mercado es necesario vender un producto mucho más barato que el que se fabrica en Europa y América. Además, es preciso contar con el control mayoritario de las compañías que se encarguen de comercializarlo en la India. Daimler Trucks lo entendió a los pocos años y ahí tenemos ahora su gama de productos BharatBenz, en la que los alemanes usan componentes de antiguas gamas que hoy ya no se venden en Occidente. Las experiencias previas de Iveco con Ashok-Leyland o incluso la de Volvo con Eicher Motors no han sido muy alentadoras.