• La afirmación, machaconamente repetida en estos últimos días respecto a los aviones, es en buena lógica también aplicable a los automóviles
MADRID ─ De entrada, manifestar nuestras condolencias más sinceras a todas las familias de ese centenar y medio de personas que han perdido la vida porque presuntamente, aunque según todos los indicios, una mente criminal, por injustificables motivos, decidió estrellar el Airbus A320 de la compañía aérea Germanwings en que aquéllas y ella misma viajaban contra la ladera de un escarpado monte del sur de los Alpes franceses. Con su dolor en nuestras mentes, queremos traer a colación el asunto de la seguridad de los vehículos para meditar un poco sobre la vertiente de la misma que afecta a los coches, a los automóviles terrestres. Cuando aún no se conocía que la responsabilidad del desastre podía ser de una mente enloquecida, enseguida saltaron las críticas relativas a los 24 años de edad del avión en cuestión, críticas que fueron rechazadas desde todos los estamentos técnicos que coincidían en afirmar que en un avión, lo importante no es la edad, sino el mantenimiento.
Desde nuestro punto de vista, esa máxima es también aplicable a los automóviles que circulan por carretera. Sin embargo, en los últimos años estamos recibiendo continuos mensajes de nuestras autoridades y de muchísimas organizaciones de la industria del automóvil en el que se nos justifica la necesidad de los planes PIVE, PIMA y similares, porque con ellos se renueva el parque de vehículos por otros más eficientes y seguros.
Antes de continuar, insistir de nuevo en que en una parte muy considerable de las operaciones que se han beneficiado de las subvenciones asociadas a los planes mencionados, esa renovación por vehículos menos contaminantes y seguros no se ha producido, puesto que en aquellas operaciones se aportaba como vehículos a achatarrar unidades que llevaban ya bastante tiempo fuera de la circulación, muertas de asco y cubiertas de polvo en distintos desguaces de la geografía nacional.
Retomando el hilo de nuestro comentario, es evidente que también en los automóviles, tanto a efectos de seguridad como de emisiones, lo importante es el mantenimiento y no la edad. De hecho, el sentido mismo de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) obligatoria es verificar que ese mantenimiento se realiza adecuadamente y a tal fin se establece que la ITV deba pasarse cada vez con más frecuencia, según los coches se van cargando de años. La primera ITV de un turismo no debe pasarse hasta los 4 años, pero cuando su edad va creciendo, la frecuencia aumenta y llega a ser anual a partir de los 10 años (cada seis meses si se trata de un vehículo comercial ligero).
Hay que respetar a quienes cumplen voluntariamente las leyes
¡Pero es que los propietarios de los vehículos más viejos no pasan la ITV!, se argumenta siempre desde la administración y esas organizaciones de la industria del automóvil que actúan como voceras de la primera. En ese caso y sólo por respeto a los propietarios de automóviles viejos que sí llevan a estos a superar las ITV reglamentarias, la administración está obligada a perseguir a aquellos que no cumplen ese requisito y obligarles a que pasen la ITV.
Desgraciadamente, en la administración se suele optar por la solución más fácil, que es castigar ─en el fondo, así es─ a quienes cumplen las normas y leyes. En los casi siete años que pasé en la función pública nunca dejó de sorprenderme que ante evidentes incumplimientos de lo establecido, la reacción habitual del responsable de turno consistía en introducir una normativa aún más exigente que venía a complicar la vida de los que habitualmente respetaban las normas y que naturalmente se iban a saltar los que ya incumplían sistemáticamente reglamentos menos restrictivos.
Se nos dirá que no es lo mismo, que, cuando se cae un avión, lo normal es que no se salve nadie. Cierto y pese a ello, el transporte aéreo es el de mayor índice de seguridad. Los accidentes de avión ─a menor escala, también los de autocares y autobuses─ tienen un gran impacto social por su mayor número de víctimas mortales por accidente. Sin embargo, aún no hemos escuchado que nadie haya propuesto establecer un tope de edad a los aviones. ¿Por qué?. Pues porque, ya lo dicen todos los expertos: lo importante no es la edad, sino el mantenimiento.
¡Hombre es que la escala económica de un avión nada tiene que ver con la de un turismo!, nos estará gritando ya alguien a quien no oímos. ¡Ah!, se trata de un problema económico... ¿Cómo en los coches?. ¡Ahí queríamos llegar!.