miércoles, 8 de septiembre de 2021

TRANSICIÓN A LA MOVILIDAD ELÉCTRICA: CARA E INÚTIL

🔸 Pese a toda la presión de las autoridades occidentales para incrementar el uso de vehículos eléctricos, estos solo contribuirán a que las emisiones globales se reduzcan un 9 por ciento para 2030

La importancia del papel de la transición a los vehículos eléctricos de
cara a frenar el calentamiento global puesta en tela de juicio
MADRID ─ A estas alturas de la película, pensamos que serán pocos los ciudadanos que aún duden de que los coches eléctricos son caros. Tanto que, pese a los múltiples programas de ayudas financieras preparados por los gobiernos comunitarios para incentivar la compra de ese tipo de vehículos, las ventas de estos siguen siendo muy reducidas en la mayoría de los correspondientes mercados, siendo particularmente notable las del mercado español, donde las ventas de coches eléctricos sólo representan el 2,64 por ciento del total. El problema no es solo de los coches pues, por poner un ejemplo, Andreas Tostmann, presidente ejecutivo de MAN Truck & Bus admitía muy recientemente que los autobuses eléctricos son un 25 por ciento más caros que los de combustión interna y que la diferencia era mucho más notable en el caso de los camiones. Y, claro, con el precio que está cogiendo la electricidad en toda Europa occidental, ni que decir tiene que el problema se va a agravar muchísimo al incluir el aumento de coste de la recarga de las baterías que usan todos estos vehículos. Todo eso sin hablar del coste que va a tener la construcción de una infraestructura de recarga de baterías que aún no existe. Entonces, ¿para qué?, ¿por qué esa insistencia en cambiar de la movilidad por combustibles fósiles a la movilidad eléctrica?. ¿Va a servir para algo?.

El lector informado responderá a las dos primeras de esas tres preguntas diciendo que la transición de los vehículos movidos por gasóleo a los eléctricos viene forzada por la legislación de la Comunidad Europea (CE) que establece que en 2030 las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de los vehículos nuevos tendrán que ser un tercio inferiores a las actuales tras lo cual la industria deberá dejar de fabricar vehículos movidos por gasóleo. Aún más, para 2050, la legislación de la CE pretende asegurar que las emisiones netas de CO2 procedentes de los vehículos nuevos sean nulas. Todo ello con ánimo de frenar el calentamiento global.

En efecto, esa es la idea, pero ¿es posible alcanzar esos objetivos?. Pues no está nada claro; aún peor: no va a poder ser. Es más, incluso aunque ya hoy toda la electricidad fuera verde (procedente de fuentes sostenibles) a partir de este mismo día, el mundo aún estaría muy lejos de alcanzar las ambiciones de cero emisiones netas para 2050 que se fijaron en el Acuerdo de París COP21 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021).

A esa conclusión se llega en un documentado estudio que ha llevado a cabo DNV, un proveedor independiente de seguros y gestión de riesgos, que opera en más de 100 países, un estudio que proporciona un pronóstico independiente de los desarrollos en el sistema energético global hasta 2050

Portada de la quinta edición (2021) del informe Energy
Transition Outlook
 (Panorama de la Transición Energética)
Se trata de la quinta edición del estudio, titulado Energy Transition Outlook (Panorama de la Transición Energética), la cual se ha publicado dos meses antes de que tenga lugar la COP26 en Glasgow, la reunión que seguirá a la COP21 de París. Y, ─¿casualidades del destino?─ un par de días antes de que se inaugurase el Salón de la Movilidad de Múnich, que desde el día 3 de septiembre de 2021, pretende sustituir a la tradicional IAA o Salón del Automóvil de Francfort.

La pandemia, una oportunidad perdida

La edición 2021 del informe considera la pandemia global COVID-19 como una oportunidad perdida para acelerar la transición energética, ya que los paquetes de ayudas a la recuperación de la industria tras el impacto la pandemia se han centrado principalmente en proteger en lugar de transformar las industrias existentes.

Hemos visto a gobiernos de todo el mundo tomar medidas extraordinarias para gestionar los efectos de la pandemia y estimular la recuperación. Sin embargo, estoy profundamente preocupado por lo que se necesitará para que los gobiernos apliquen la resolución y la urgencia que han mostrado frente a la pandemia a nuestro clima. Ahora debemos ver el mismo sentido de urgencia para evitar una catástrofe climática, dice Remi Eriksen, presidente y director ejecutivo de DNV.

Muchos de los paquetes de recuperación ante una pandemia se han centrado principalmente en proteger, en lugar de transformar, las industrias existentes. Mucho 'reconstruir' en lugar de 'construir mejor' y, aunque esta es una oportunidad perdida, no es la última que tenemos para hacer una transición más rápida a un sistema energético profundamente descarbonizado, añade Eriksen.

Para DNV, la electrificación va camino de duplicar su tamaño dentro de una generación y las energías renovables ya son la fuente más competitiva de nueva energía; sin embargo, el estudio de DNV muestra que las emisiones globales se reducirán solo un 9 por ciento para 2030 siempre que se consiga mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 ºC.

El Acuerdo de París de la COP21 tenía como objetivo mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2 °C y esforzarse por limitar su aumento a 1,5 °C. DNV ha respetado en su estudio el objetivo de conseguir una rápida transición a un sistema energético descarbonizado para mediados del presente siglo.

Pero pese a aceptar la posibilidad de una transición tan rápida, el pronóstico de DNV es que, a pesar de todos los esfuerzos que se están haciendo, definitivamente no es lo suficientemente rápida como para que el mundo logre las ambiciones del Acuerdo de París y advierte que el planeta probablemente alcanzará un calentamiento global de 2,3 ºC al final del siglo.

Para DNV la eficiencia energética sigue siendo la mayor oportunidad para abordar el cambio climático a medida que el mundo se aleja cada vez más de lograr lo acordado en París y asegurar una mejora significativa en esta área vital se considera la palanca más importante para la transición; lograr una mayor eficiencia es la razón por la cual la demanda mundial de energía se estabilizará, incluso a medida que la población y la economía mundiales crezcan.

Los combustibles fósiles seguirán siendo muy importantes en 2050

Aunque DNV admite que las reducciones en el uso de combustibles fósiles han sido bastante rápidas, subraya sin embargo que todas estas fuentes energéticas, especialmente el gas, seguirán constituyendo el 50 por ciento del mix energético global para 2050, lo que hace que la necesidad de aumentar el uso del hidrógeno sea aún más perentoria. Según DNV, la demanda de petróleo podría reducirse a la mitad a mediados de siglo, y el uso del carbón a un tercio.

Remi Eriksen, presidente y director ejecutivo de DNV
El informe ETO 2021 también revela que, si bien el 69 por ciento de la electricidad será generada por energía eólica y solar en 2050, la electrificación indirecta (hidrógeno y combustibles electrónicos) y los biocombustibles siguen siendo críticos y ninguna de estas fuentes está incrementando su uso con suficiente rapidez.

Para DNV, el hidrógeno es el portador de energía que tiene el mayor potencial para abordar las emisiones difíciles de reducir, sin embargo, nuestro pronóstico indica que el uso del hidrógeno solo comenzará a subir a mediados de la década de 2030 e, incluso entonces, solo aumentará al 5 por ciento su contribución al mix de energía de 2050.

Se necesitarán acciones extraordinarias para que la economía del hidrógeno adquiera antes su pleno vigor. La ventana para evitar un cambio climático catastrófico se cerrará pronto, y los costos de no hacerlo son inimaginables, advierte Eriksen.