😈 Pese a que, cual trípode, una mesa o una silla de tres patas garantizan una estabilidad absoluta, sin posibilidad de cojeo, un gobierno de tres patas es por el contrario una apuesta segura por la inestabilidad
Georges Lamirand (1899-1994) |
Hace apenas un mes, en el ágape de una boda, alguien sacó a debate la situación política actual, planteándose finalmente la incógnita de si acabaríamos en una repetición de elecciones o, por el contrario, los partidos políticos, tras apurar el margen hasta la forzada disolución de las Cortes, optarían por un que me quede como estoy y llegarían a un acuerdo postrero.
Las opiniones estaban muy repartidas. Yo apostaba por la repetición de las elecciones ante la demostrada falta de sentido de estado de todos los partidos y su permanente apuesta por el interés propio ─como muestra, ahí están sus recientes y unánimes acuerdos para subirse los sueldos y concederse 21 días de vacaciones de Semana Santa. Como dato anecdótico, entre los que apostaban por el acuerdo final, figuraba el sacerdote que había oficiado la boda.
Pues bien, los partidarios de ese acuerdo final parecen estar ganando enteros en estos últimos días y hasta podría que terminásemos desembocando en un triunvirato, en un gobierno tripartito, al frente de nuestro futuro durante los próximos cuatro años formado por PSOE, Podemos y Ciudadanos.
Y siempre que menciono o escucho la palabra triunvirato se me viene a la cabeza la valoración que de esa forma de gobierno hizo hace ya muchos años un controvertido personaje francés. Me refiero a Georges Lamirand, el que fuera nombrado por el mariscal Petain, Secretario de Estado para la Juventud en el gobierno de Vichy. Lamirand fue acusado de colaboracionista al final de la Segunda Guerra Mundial e incluso fue procesado en 1947, aunque el Tribunal Supremo de la Francia Libre reconoció que Lamirand había ayudado a muchos jóvenes judíos a escapar de las persecuciones nazis. Pero no entremos en la vida del personaje ─que puede encontrarse muy documentada en Wikipedia, aunque, eso sí, en francés─ y pasemos a conocer lo que Georges Lamitand opinaba del triunvirato como forma de gobierno:
De todas las forma de dirección colegiada o colectiva, el triunvirato es sin duda la más precaria, al ser la que más suscita el espíritu de intriga. En el momento en que tres hombres concurren en una misma obra, ese espíritu de intriga trata de agruparlos dos a dos en contra del tercero, estableciendo puentes de unión sobre elementos con los orígenes más diversos y conduciendo a las coaliciones momentáneas más imprevistas. Ese mismo espíritu de intriga se opone a todo lo que es correcto, meritorio, digno de éxito y triunfal. Hay en él celos y rencor, pereza y maldad, miedo y odio. Surgen la puñalada por la espalda y el veneno en la bebida. Se le ve corromper tanto a pobres de espíritu como a inteligencias superiores, pero siempre nace en un corazón estrecho y no hay prueba que mejor evidencie un carácter vil, razonaba Georges Lamirand.
Llega pues el momento de explicar las connotaciones de este asunto con el mundo del automóvil. Pues bien, aparte del impacto que semejante gobierno tripartito podría tener no sólo en la industria del automóvil sino en el resto del tejido industrial y, en consecuencia, en la economía española, conviene recordar que en plena guerra y con ocasión de una visita a una fábrica de material bélico sita en Moulins-sur-Allier, de la que le habían ofrecido el puesto de director general, Laminard coincidió con Louis Renault, quien a su vez le ofreció la dirección de la fábrica de automóviles que él tenía en Billencourt, oferta que Laminard prefirió a la de la factoría de Moulins-sur-Allier.
¿Que eso es coger el rábano por las hojas?... Puede ser.