🔸 Muchos consideraban que la operación tenía bastante sentido ya que las presencias de cada fabricante en los diferentes mercados se complementaban muy bien
MADRID ─ Muchos seguidores de este blog, en particular los más jóvenes, se habrán quedado de piedra al leer el título de este artículo. ¿Pero Renault Vehículos Industriales (Renault V.I.), que en la actualidad se denomina Renault Trucks, no es propiedad del grupo sueco Volvo y MAN Truck & Bus no está integrado en el grupo alemán Traton junto con Scania?, se habrán preguntado. Sí, pero eso es ahora, respondemos nosotros. En efecto, a comienzos de 1999, las cosas eran muy diferentes y Renault V.I., a la sazón propietaria de la estadounidense Mack Trucks, era una compañía independiente como también lo era MAN. Y todos esos fabricantes de camiones y autobuses tenían algo en común: sus resultados financieros estaban comenzando a superar el tremendo batacazo que habían empezado a sufrir en 1993, a consecuencia de la aguda crisis mundial de ventas que se desató en los mercados de vehículos industriales; una crisis cuya primera gran víctima había sido DAF, que vino a dar en quiebra precisamente en ese año de 1993.
En efecto, en el ejercicio 1998, Renault V.I. ya había conseguido volver a los beneficios logrando unos resultados positivos de 1.120 millones de francos franceses (unos 29.000 millones de pesetas entonces) frente a unas pérdidas operativas de 612 millones de francos en 1997 y 51 millones en 1996.
Por cierto, Renault V.I. tuvo que afrontar en aquellos años la quiebra de su rama norteamericana (Mack Trucks, hoy en manos del grupo sueco Volvo) por motivos muy similares a los que habían provocado la quiebra de DAF en 1993.
Por su parte, MAN había facturado 24.600 millones de marcos alemanes (unos 2,14 billones de pesetas) en su ejercicio financiero del 1 de julio de 1997 al 30 de junio de 1998, una cifra superior en un 16 por ciento a la del ejercicio 1996/97, consiguiendo unos beneficios netos de 612 millones de marcos alemanes que era un resultado un 75 por ciento superior al del ejercicio anterior.
Esta tan positiva evolución de los resultados de ambos fabricantes (MAN y Renault V.I.) se producía en el marco de una muy recuperada demanda de vehículos industriales en Europa con aumentos en Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España, según manifestó Rudolph Rupprecht, que habían engordado la cartera de pedidos no solo de esas dos compañías sino de muchos de los competidores de ambas, consiguiendo un alto grado de utilización de las instalaciones fabriles de todos ellos.
Pues bien, a finales de febrero de 1999, Rudolf Rupprecht, que era entonces el presidente de MAN, dijo en una entrevista ante las cámaras de una cadena alemana de televisión que para su compañía tendría mucho sentido la compra de Renault V.I.
Sólo unos días antes, Louis Schweitzer, que por entonces presidía el grupo francés (turismos y vehículos industriales), había insistido en que no estaba dispuesto a desprenderse de su rama de vehículos industriales, propietaria de la americana Mack Trucks, pero que estaba abierto a considerar posibles alianzas con otros fabricantes de camiones y autobuses. MAN y Renault V.I. ya habían mantenido algún tiempo atrás negociaciones en este sentido que finalmente fueron abandonadas al no quedar claras las sinergias que podrían derivarse de ciertas colaboraciones.
Para muchos analistas, no solo Renault V.I. sino también Scania e Iveco parecían en aquel momento necesitadas de alguna fusión que viniera a elevar sus volúmenes de producción y que garantizase la continuidad de todas ellas en el mercado más allá de los cinco años siguientes. También para aquellos expertos, un acuerdo entre MAN y Renault V.I. tendría mucho sentido ya que sus presencias en los diferentes mercados se complementaban muy bien.
Sin embargo y pese a tantos parabienes, la compra de Renault V.I. por MAN no llegó a producirse y lo que sí ocurrió algunos años después es que el grupo sueco Volvo, que en principio sólo se interesaba por Mack Trucks, terminó comprando Renault V.I. tras convencerse de que esa era la única manera de hacerse con la compañía estadounidense, pieza clave en los planes de expansión que los suecos tenían para el mercado norteamericano de camiones.