😈 Según se desprende de su última campaña publicitaria, nadie ha contado en Alfa Romeo el célebre relato moraleja ni enseñado que con las cosas de comer no se juega
Actualizado el 11.06.2016, a las 14:00MADRID ─ Recuerda el lector aquel cuentecito que narraba que un pastorcillo que cuidaba las ovejas de su pueblo, hastiado del aburrimiento de su labor, decidió gastar una broma a sus convecinos y empezó a gritar: ¡que viene el lobo!, ¡que viene el lobo!, y que cuando aquellos vecinos acudieron con hachas y palos a la llamada de socorro del pastorcillo, éste les recibió a carcajadas diciendo ¡os lo habéis creído!, ¡os lo habéis creído!. Algún tiempo después, el pastorcillo repitió la broma, ridiculizando de igual manera a quienes acudían de nuevo en su auxilio. Unos pocos días más tarde, el pastorcillo vió con horror como una manada de lobos atacaba el rebaño que él cuidaba y empezó a gritar con todas sus fuerzas ¡que viene el lobo!, que viene el lobo!... Pero esta vez, hartos de las bromas del pastorcillo, sus convecinos no acudieron a su llamada y aquella manada de lobos hizo estragos en el rebaño e incluso, según algunas versiones del relato, acabó con la vida del propio pastorcillo.
Pues bien, si en Alfa Romeo conocieran el referido cuento, posiblemente no habrían autorizado la última campaña de publicidad lanzada por el constructor italiano y que se resume en el anuncio que encabeza este comentario.
De entrada, en lugar de lo del site oficial de la marca, pensamos que en cristiano habría quedado mejor decir la página oficial de la marca en Internet.
Pero a lo que vamos es a lo que pretende la campaña, que no es otra cosa que aprovechar el posible temor de los usuarios a que se trate de un asunto grave y urgente, para que llamen cuanto antes al teléfono indicado donde se van a encontrar con que una voz al otro lado de la línea les va a aclarar que no se trata de una campaña relacionada con temas de calidad o seguridad, que es lo que lógicamente temían los usuarios, sino del anuncio de la llegada del nuevo Alfa Romeo Giulia y la posibilidad de que, quien llama, participe en el sorteo de un viaje a Milán.
Recomendamos a los propietarios de esas voces al otro lado del teléfono que se armen de calma y paciencia porque los tacos que les van a llover de los usuarios van a ser sonados ─nunca mejor dicho, porque les llegarán por teléfono─ y pueden darse por contentos porque si estuvieran al alcance físico de esos usuarios, es fácil que les llegara algo peor de parte de éstos.
La campaña es una muestra más de lo que en diversas ocasiones hemos discutido con gente de márketing que ha terminado por darnos la razón y es que, en los últimos tiempos, hay muchos anuncios que van más dirigidos a impresionar a agencias de publicidad competidoras que a fomentar las ventas del producto anunciado. Vamos, una manifestación como otras muchas de eso que se suele llamar mirarse el ombligo.
Además, aún suponiendo que el anuncio tuviera el impacto que buscan los diseñadores de
la campaña de Alfa Romeo ─cosa bastante dudosa, por lo que ya hemos explicado─ sería sólo un impacto de una vez, aprovechando la inquietud que las actuaciones de algunos fabricantes de automóviles han generado en el mundo del automóvil. Y además, un impacto que si no anula del todo el efecto de futuras llamadas de emergencia a sus usuarios por parte no sólo de Alfa Romeo sino de cualquier otra marca de automóviles, al menos lo restará en gran medida. Y es que, como deberían saber el constructor italiano de automóviles y su agencia de publicidad, con las cosas de comer no se juega.
Entre los motivos que han puesto en estado de alerta o, al menos, deberñian haber puesto en estado de alerta a los automovilistas, podemos recordar el falseo de las emisiones contaminantes o de los consumos, los airbags que estallan en las narices del conductor o su acompañante llegando a producir la muerte de algunos de ellos, las llaves de contacto que se ponen en la posición de aparcado en plena marcha, anulando el funcionamiento de mecanismos de seguridad como la servodirección, o el servofreno, etc., etc., cosas que han generado centenares de muertos y heridos y, como decimos, una psicosis de prevengan que es lo que intentan aprovechar los publicitarios que diseñaron la campaña.
Una vez descubierta por el automovilista la auténtica finalidad del mensaje publicitario, estamos convencidos de que el efecto de éste será negativo y, además, pensamos que cualquier relanzamiento de la campaña publicitaria, aunque más o menos camuflado, entraría indefectiblemente en el ciclo del relato del pastorcillo y el lobo.