- Más de 60 millones de automóviles han sido llamados a revisión este año sólo en Estados Unidos, con General Motors y la takatitis como principales artífices de éste récord histórico
Los airbags defectuosos de Takata también han afectado a algunos Chrysler 300 de los años 2004 a 2007 |
Indudablemente, se trata de un fenómeno singular, puesto que es un año en el que han coincidido dos problemas que han sido ocultados por las marcas implicadas durante más de una década. Nos referimos a los interruptores defectuosos en las llaves de contacto de multitud de vehículos de las diferentes marcas de General Motors (GM), con especial incidencia en Chevrolet y más concretamente en el modelo Cobalt, y a los airbags fabricados por el proveedor japonés Takata que se inflan en exceso y estallan, proyectando una especie de metralla sobre la cara de los ocupantes de los asientos delanteros del vehículo cuya misión era precisamente proteger.
En el caso de Takata no se tiene aún muy claro cuál es el origen del problema aunque todo apunta a que los componentes de la mezcla pirotécnica que genera los gases que sirven para inflar el airbag no son estables y, seguramente por efecto de una exposición prolongada a la humedad del ambiente, al arder generan muchos más gases de los previstos, lo que da origen a la explosión de la bolsa de los airbags.
GM ha tenido que revisar en 2014 casi 27 millones de vehículos, principalmente Chevrolet Cobalt y HHR y Saturn ION, además de crear un Fondo de indemnización a las víctimas, las cuales han pasado de 13 muertes reconocidas inicialmente por GM a 42 muertes y 58 heridos que han reconocido ya los gestores del citado Fondo . Y las diez marcas afectadas por los problemáticos airbags de Takata, entre las que se encuentran algunas estadounidenses como Chrysler y Ford, por ejemplo, han añadido al menos 9 millones de vehículos a las estadísticas de revisión. Sólo Honda, el tercer fabricante japonés en importancia, ha llamado a revisión 5,4 millones de unidades. La takatitis es considerada responsable de al menos 4 muertes y 100 heridos en Estados Unidos.
Exceso de celo... y exceso de costes
Indudablemente, la coincidencia de los dos problemas ha provocado una situación de pánico y una hipersensibilidad en GM y la NHTSA, agencia que no ha quedado demasiado bien al no haber detectado antes el problema de las llaves de contacto de GM. La primera, ha entrado seguramente en un proceso de exceso de celo para contrarrestar el deterioro que en su imagen podía producir el saberse que conocía el fallo desde hace muchos años. Y la segunda ha sido muy duramente criticada también por el Senado estadounidense que ha venido a acusarla de dormirse en los laureles y convertirse en una estructura inoperante, incapaz de cumplir la misión para la que fue establecida.
Algo bastante diferente ha ocurrido con el caso de Takata. El proveedor japonés, sabedor de que la NHTSA no tiene autoridad directa para forzar a los fabricantes de componentes a convocar una revisión de los vehículos afectados, se ha plantado y ha ofrecido realizar esa revisión sólo en los estados con mayor temperatura y, sobre todo, mayor humedad ambiental. La NHTSA, después de un enrevesado proceso legal, podría forzar a Takata a realizar esa revisión en todo el país, pero de ocurrir así, Takata podría ir a la quiebra, incapaz de asumir el coste de reemplazar todos los airbags sospechosos de posible estallido, y la NHTSA podría descargar entonces su cólera sobre los fabricantes de automóviles, a los que podría imponer una multa de 35 millones de dólares (casi 29 millones de euros al cambio actual) como la que le ha puesto a GM por el asunto de sus llaves de contacto.
Posiblemente por el temor a la cólera de la NHTSA, han sido algunos de los propios fabricantes de automóviles, con Honda a la cabeza, los que han optado por ser ellos mismos los que han extendido a todo el territorio nacional de Estados Unidos esa llamada a revisión de los airbags fabricados por Takata, que ya arreglarán luego ellos las cuentas con el proveedor japonés.
Muchos analistas coinciden en señalar que aunque el récord establecido este año para las llamadas a revisión tardará mucho en superarse, sí son de temer revisiones masivas cada vez con más frecuencia, debido a la concentración de la producción de los distintos componentes usados en la construcción de automóviles en sólo unos pocos proveedores, para alcanzar las máximas economías de escala posibles.
Aunque eso sea cierto, lo que también salta a la vista es que la barrera que siempre debe suponer la calidad del producto final ha sido traspasada por el deseo de obtener unos precios cada vez más bajos, algo que nunca debería haber ocurrido y que no debe volver a ocurrir en el futuro pues en el proceso puede llegar a haber muchas vidas humanas en juego.