► Las autoridades europeas vuelven a dar un trato de privilegio a ciertos modos de transporte frente a la carretera
Locomotora diésel-eléctrica Euro 4000 fabricada por Vossloh (FOTO de Carlos Royo - Wikimedia.org) |
MADRID ─ El proteccionismo de los políticos para con el ferrocarril y el transporte fluvial se ha puesto de manifiesto una vez más con el acuerdo adoptado por las autoridades comunitarias y los primeros ministros de los países miembros en el mes de abril último. Según ese acuerdo y pese a que coches, camiones y autobuses tendrán que llevar un sistema de postratamiento de los gases del escape (filtros de partículas y eliminación de óxidos de nitrógeno (NOx), las locomotoras y barcazas impulsadas por motores Diesel no tendrán que llevar esos sistemas.
La normativa en cuestión obligará no sólo a los vehículos de motor mencionados, sino también a la maquinaria para la construcción y a los generadores de potencia. Más adelante, también deberá cumplirla la maquinaria para jardinería, aunque sea movida a mano.
En efecto, está claro que al desviar buena parte del tráfico de viajeros y mercancías hacia el ferrocarril y el transporte fluvial, lo único que se conseguirá es aumentar unas emisiones que los políticos comunitarios teóricamente quieren reducir a toda costa.
Desde T&E también se reclama a las autoridades comunitarias que acometan un proceso de reequipamiento de todos los vehículos y maquinaria para uso fuera de carretera, cuya vida útil es mayor que la de los vehículos para carretera, procediendo a cambiar sus viejos motores por otros nuevos que cumplan normativas más exigentes en materia de control de emisiones contaminantes. La Comisión Europea había prometido estudiar este asunto en 2018.