• Por más que sea censurable su proceder, no podemos por menos que sentir una tendencia a reivindicar la figura del conductor de la cosechadora tumbaseñales.
Es evidente que el origen del problema está en un acto de pereza censurable, pues el maquinista debía haber echado antes un vistazo al recorrido para darse cuenta del problema y proceder a desmontar el apero antes de trasladarse a su siguiente lugar de trabajo.
Al no haberlo hecho, la única alternativa habría sido detener la cosechadora para desmontar allí mismo el apero, con el consiguiente corte de tráfico. Evidentemente, retroceder marcha atrás hasta encontrar un lugar junto a la calzada en que hacer ese cambio, es una maniobra muy peligrosa y prohibida por las normas de Tráfico.
De hecho, viendo el vídeo con detenimiento, se aprecia que en la primera señal, el maquinista opta por la solución menos dañina: llevarse por delante sólo la señal de la derecha. Después, da la sensación de que o los taludes laterales no se lo permiten o de que le ha cogido gusto al asunto, por lo que empiezan a caer las señales de ambos lados.
Pese a lo reprobable de la actuación del maquinista, nosotros no podemos por menos que sentir una cierta simpatía por él por lo que de reivindicador tiene de romper la inflación de normas y reglas con las que día tras día nos atan y coartan políticos y reguladores.
Estamos ante un nuevo Don Quijote que lanza en riste se dirige contra aquellos malvados gigantes que su mente ve en los molinos de viento. En esta oportunidad, Rocinante se ha convertido en una potente máquina de nuestros tiempos, y el enemigo son las ataduras que cada vez limitan más la libertad del individuo.
Por cierto, la Guardia Civil ha detenido al maquinista, como decíamos, pero no sabemos nada de que ande buscando al autor del vídeo que, evidentemente, también infringía una norma de seguridad vial al ir conduciendo el vehículo mientras grababa una película con su teléfono móvil.