sábado, 18 de noviembre de 2017

LOS VEHÍCULOS ECOLÓGICOS CONTAMINAN TANTO COMO LOS DIESEL

Por su mayor peso frente a los vehículos normales, sus frenos y sus neumáticos expulsan muchas más partículas tóxicas, dicen las Universidades de Edimburgo y Hertfordshire



MADRID ─ Un estudio de la Universidad de Edimburgo asegura que los vehículos eléctricos e híbridos emiten tantas, si no más, partículas contaminantes que los que queman combustibles fósiles. Y esta vez no nos referimos a la contaminación generada en la producción de la electricidad necesaria para recargar sus baterías, ni a la derivada del proceso industrial de fabricación de estos automóviles. No, nos referimos al vehículo en sí y la contaminación que genera durante su marcha.

Naturalmente, el lector estará seguramente sorprendido y se preguntará que cómo puede ser eso. Pues muy sencillo, porque los vehículos híbridos pesan mucho más que los equivalentes de gasolina o Diesel ─un promedio del 24 por ciento─ y claro, cuando se trata de acelerarlos, la banda de rodadura del neumático arranca partículas del firme y pierde partículas de sí misma, partículas que son contaminantes y en ambos casos lo hace en una notable mayor proporción que los coches de combustibles fósiles por que el motor de éstos no tiene que transmitir tanta fuerza a la superficie de contacto con el suelo, debido, como decíamos, a que tiene que mover menos peso.

De hecho, los fabricantes de neumáticos equipan a los vehículos eléctricos con cubiertas cuya banda de rodadura ofrece una menor resistencia a moverse de la habitual. Eso sí, no lo hacen por evitar las emisiones de partículas que nos ocupan, sino por descargar al motor eléctrico de trabajo y no mermar la autonomía que le proporcionan las baterías.

Pero hay otro momento en que los vehículos ecológicos vuelven a emitir una cantidad notable de partículas nocivas tanto del firme como de la cubierta, que es cuando el conductor pone el pie en el freno. Además, las pastillas de los frenos también se desgastan y genera una emisión adicional de partículas cuando se intenta retener los vehículos ecológicos, nuevamente acentuadas frente a los vehículos convencionales por el mayor peso de los ecológicos.

Un estudio inadvertido

El estudio que comentamos fue dirigido por Peter Achten y Victor Timmers, profesores de la Universidad de Edimburgo y no incluye la producción de energía necesaria para construir cada vehículo, y que se obtiene a partir del carbón u otras fuentes de combustibles fósiles, sino que sólo se refiere a las emisiones generadas durante la conducción del automóvil.

El trabajo de Achten y Timmers fue publicado hace un año y medio en la revista Atmospheric Environment. ¿Qué cómo no se ha hablado nada de esto en la prensa española?. Pues porque esta visión de los vehículos ecológicos no vende y, sobre todo, no conviene a los caza subvenciones.

Con anterioridad al estudio de Achten y Timmersun profesor de la Universidad de Hertfordshire, Ranjeet Sokhi, también había dirigido otro estudio sobre el impacto de las emisiones que no salen por el escape. Después de instalar monitores de partículas contaminantes del aire en el túnel de Hatfield, hacia el sur en la autopista A1(M), por el que a diario pasan un promedio de 49.000 vehículos, el equipo de Sokhi comprobó que cada uno de esos vehículos producía de 34 a 39 microgramos de partículas por kilómetro, pero que sólo una tercera parte de ellas venía por el tubo de escape.

Achten considera probable que las emisiones de partículas nocivas que los automóviles expulsan por fuentes ajenas al tubo de escape sean clave para explicar el aumento de ataques cardíacos, derrames cerebrales y ataques de asma observado cuando se elevan los niveles de contaminación atmosférica.

Un par de meses antes de que se publicara el estudio de la Universidad de Edimburgo, el grupo de inversión Devonshire Research, una firma especializada en valorar compañías tecnológicas, había llevado a cabo una investigación en la que se concluía que hasta los maravillosos vehículos eléctricos Tesla no son tan sostenibles como puede parecer a primera vista y que todos los elementos de los mismos, desde sus faros a su chasis, y la propia forma en que se construyen, contribuyen a la degradación ambiental.