😈 Un masivo envío de mensajes no garantiza que éstos lleguen a los destinatarios deseados
Radiotelescopio de 40 metros de diámetro en Yebes (Guadalajara).. FUENTE: Wikimedia |
Desconfío de la eficacia de las denominadas redes sociales. Aunque en España no se ha hablado mucho del tema, recordemos lo que pasó cuando hace poco más de dos años, General Motors (GM) sentó a los directivos de Facebook a una mesa y les pidió que justificasen la rentabilidad de la inversión que el gigantesco fabricante estadounidense de automóviles estaba haciendo en su red social... Y los representates de Facebook fueron incapaces de hacerlo. La consecuencia fue que GM retiró su campaña publicitaria de Facebook por el bajo rédito que obtenía de la misma.
Es cierto que, inmediatamente, Ford, sempiterno rival de GM, incrementó su apoyo a Facebook y también que GM terminaría por volver a ser anunciante de esa red social al cabo de algunos meses, aunque seguro que por un precio bastante más bajo que el que había estado pagando en la etapa precedente.
Es sabido que, para demostrar su potencial como herramienta de marketing, Facebook consintió en una primera etapa que su impacto fuese auditado, pero tras cuatro meses sin conseguir los resultados previstos, optó por interrumpir de manera radical y unilateral la mencionada auditoría.
En mi opinión, las redes sociales (Facebook, Twitter, etc.) son nutridas por usuarios de opinión muy cambiante y sobre todo, de nivel adquisitivo bastante limitado. Hace muy poco más de dos años, un estudio realizado por Reuters/Ipsos, aseguraba que sólo 4 de cada cinco usuarios de Facebook jamás habían comprado un producto anunciado a través de esa red social, lo que venía a ratificar lo adecuado del abandono de GM como anunciante de esa red, contra la que no tenemos nada en contra, naturalmente.
Desde luego, el de Reuters/Ipsos era uno de tantos estudios y ya se sabe que contra todos los estudios que dicen una cosa se pueden encontrar al menos la misma cantidad de estudios que aseguran lo contrario. De ahí ese ruido indeseable que perturba el envío de información.
Cambio en la forma de comunicar
En los últimos años, se ha podido observar en la industria española del automóvil un cambio de tendencia desde los medios y formas tradicionales hacia los medios sociales y los envíos masivos de mensajes. Cuando empecé mi actividad como periodista hace unos cuantos, demasiados, años, lo hice porque deseaba escribir sobre las carreras de coches y hasta lo hice en los primeros meses. Es cierto que entonces no había Internet, ni correos electrónicos, pero en la industria del automóvil todavía quedan algunos que saben que, desde hace muchísimos años yo escribo de casi todo lo relacionado con la industria del automóvil, menos de las carreras de coches. Y, sin embargo, de algún tiempo a esta parte, recibo centenares de correos cada año sobre los éxitos deportivos de tal o cual escudería, que son conducidos automáticamente a una carpeta de mi correo electrónico para ser borrados al cabo de algún tiempo..
¿Por qué?. Quizá porque para algunos departamentos de marketing lo importante es mandar y mandar correos. ¡A ver quién es el guapo que mide el impacto de todos esos envíos!. Eso sí, cuando llegue el momento de justificar los presupuestos anuales de tales departamentos de marketing, seguro que se esgrimirá como argumento irrefutable que durante el pasado ejercicio se mandaron no sé cuántos millones de correos electrónicos, tweets, o similares.
Además y con la excusa de que eso de las redes sociales es cosa de jóvenes, hemos visto caer en años recientes muy buenos profesionales de la comunicación en el secotr del automóvil que han sido reemplazados por jovencitos ─descarten el conflicto generacional─ cuya principal virtud era, salvo excepciones, la de ser mucho más baratos y obedientes que las personas a las que reemplazaban.
Desengañémonos, lo importante de la comunicación es su impacto, que por otra parte es lo más difícil de conseguir. Si con enviar muchos mensajes ese impacto estuviese garantizado, los que enviaron los astrónomos Carl Sagan y Frank Drake entre 1960 y 1974 ayudándose de las sondas Pioneer y Voyager y de distintos radiotelescopios para hacer saber a posibles civilizaciones extraplanetarias que había un planeta llamado Tierra habitado por el hombre, deberían haberse seguido enviando a las estrellas con cada satélite artificial o vehículo lanzado al espacio y desde cada radiotelescopio del mundo.