viernes, 11 de mayo de 2018

VOLKSWAGEN Y SEAT CAMBIARÁN LOS CINTURONES DE SEGURIDAD DE 420.000 POLO, IBIZA Y ARONA

🔴 De momento, Volkswagen ha recomendado que no se use el asiento trasero central pues su cinturón podría soltar el del asiento trasero izquierdo durante la marcha y quedar inservible para prevenir daños en un accidente

Actualizado el 15.05.2018 a las 12:35

Volkswagen y SEAT han recomendado a los propietarios de sus modelos
Polo. Ibiza y Arona de última generación que de momento no usen el
asiento trasero central hasta que se anuncie una revisión para reemplazar
el cinturón de seguridad de dicho asiento
MADRID ─ Ha sido la revista finlandesa Tekniikan Maailma la que alertó del problema que había detectado cuando el conductor de un Polo de Volkswagen que transportaba a otras cuatro personas hizo un cambio brusco de dirección a su lado izquierdo y a alta velocidad. El fallo no sólo afecta al último modelo de VW Polo sino también a los Ibiza y Arona de SEAT. El grupo automovilístico alemán ha comprobado que, efectivamente, cuando sus coches de los modelos mencionados circulan a alta velocidad y los tres cinturones de seguridad traseros están en uso, el de la izquierda se puede desabrochar inesperadamente.

Volkswagen y SEAT han recomendado a los propietarios de estos modelos que no usen el cinturón de seguridad trasero central hasta que se encuentre una solución al problema y se pueda llevar a cabo una llamada para instalar en los vehículos afectados un sistema de cierre seguro.

Según parece, al hacer un giro brusco por ejemplo en una esquina, la hebilla superior del cinturón de seguridad central dobló la hebilla inferior del cinturón trasero izquierdo, presionando el botón de liberación de este último.

Los probadores de Tekniikan Maailma comprobaron que el problema se registró en múltiples ocasiones y que se debía sin duda a un error de diseño.

En un lacónico e idéntico comunicado, Volkswagen y SEAT comenzaron por recomendar a los propietarios de los modelos indicados en líneas anteriores que no usaran el asiento central trasero, asegurando que ya tenían una solución para el problema y que en cuanto las autoridades lo autorizaran se iniciaría una llamada a revisión para reparar gratuitamente el fallo.

Posteriormente, el grupo alemán ha estimado que las unidades afectadas ascienden a unas 420.000, de las que 200.000 serían del modelo Ibiza de SEAT de los años 2017 y 2018 y Arona del 2018, fabricados ambos en la planta de Martorell, más otras 220.000 unidades del Polo de 2018, fabricado en Landaben. La revisión de todos ellos se iniciará en cuanto la Autoridad Alemana de Transporte (KBA) de el visto bueno a la solución propuesta por el grupo alemán.

En cuanto al T-Cross, el modelo que se empezará a construir este mismo año en Landaben y que debía utilizar el mismo sistema de cinturones que va a ser reemplazado en los Ibiza, Arona y Polo, Volkswagen afirma que saldrá de fábrica desde la primera unidad con el nuevo sistema diseñado para corregir el problema.

¿Vuelven los problemas con la seguridad pasiva de los automóviles?

Precisamente, los cinturones de seguridad que ahora se ha comprobado que pueden soltarse durante la marcha por un giro brusco de la dirección, proceden del tristemente célebre proveedor japonés Takata, que salta de nuevo a la palestra ahora que parecía que comenzaban a olvidar los problemas que generó la takatitis ─estallido inesperado de los airbags por él fabricados─ que dio lugar a casi dos decenas de víctimas mortales verificadas y a la revisión de varias decenas de millones de coches y camiones, llevando a esta compañía a la quiebra.

Todo apunta a que reaparecen los problemas en los sistemas de seguridad pasiva de los automóviles. Así, no hace mucho que BMW tuvo que revisar más de 300.000 de sus coches en el Reino Unido debido a un fallo eléctrico que podía provocar que los motores de esos vehículos se detuvieran en plena marcha.

General Motors también afrontó un problema parecido hace pocos años, debido a que la llave de contacto se giraba durante la marcha y paraba el motor. El fallo, que se reconoció e hizo público nada más llegar Mary Barra a la presidencia de la compañía estadounidense provocó al menos 124 muertes y varios centenares de heridos de diversa gravedad, obligándola a abonar cuantiosas indemnizaciones a las víctimas o sus herederos.