🔴 La réplica de este vehículo que se conserva en el museo Barreiros de Valdemorillo (Madrid) se construyó para promocionar la primera edición de los premios Eduardo Barreiros
Réplica del famoso Abuelo que Eduardo Barreiros construyó entre mayo y junio de 1957 y que consiguió vender al ejército portugués |
Leído ahora, llama la atención que en el artículo en cuestión no se hiciera mención alguna a Mario Gamarra, el ingeniero que trabajó largos años con Eduardo Barreiros y sin cuya prodigiosa memoria no habría sido posible la construcción de una réplica del vehículo original. No es que el artículo aporte gran cosa pero por lo menos nos permitirá refrescar algunos recuerdos, como por ejemplo, el año de construcción del vehículo, que fue 1957... Lo digo porque he llegado a leer por Internet que se hizo en los años 40 y seguro que si indago un poco más, terminaré encontrando quien lo data cuando Eduardo Barreiros acababa de hacer la Primera Comunión... Aquí tenéis el articulito en cuestión.
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EL «ABUELO» DE BARREIROS
Con el objetivo de promocionar la primera edición de los premios Eduardo Barreiros a la investigación en el campo de la automoción, la Fundación que lleva el nombre del famoso industrial español ha construido una réplica del «abuelo», nombre que el propio don Eduardo dio al primer camión fabricado por él con la idea de participar en un concurso que el gobierno portugués había convocado para la adquisición de 400 camiones militares.
Como el original, construido en 1957 y tristemente perdido para siempre, su réplica que empezó a levantarse en 1997, se produjo sin planos, sin cálculos de resistencia, relaciones del grupo motor, ni nada de nada.
Al hacer el nuevo «abuelo», se olvidaron de dotar de suspensión a la cabina y un probador de apellido Bastante sufrió la falta en sus propios riñones.
Uno de los elementos más característicos del vehículo eran sus neumáticos: unas grandes moles de goma de sección elíptica y pesadísimas, llamadas "Lipsoyds". Su creador, un inventor alemán llamado Straussler, había paseado el hallazgo por toda Europa, recalando en Barreiros. El artilugio cumplió su misión pero pronto pasó al olvido; la idea, según parece, se le ocurrió al inventor en un club londinense y dibujó el primer diseño sobre una servilleta.
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