martes, 14 de abril de 2020

RECUERDOS DEL TRASTERO: LAS FURGONETAS SPRINTER DE MERCEDES CUMPLEN 25 AÑOS

🔸 Vinieron a sustituir a las furgonetas T1 que se fabricaban en Düsseldorf (Alemania) y a las MB-100 que se construían en Vitoria (España)


Entre las 450 versiones que inicialmente se ofrecían en la gama
Sprinter, 
las había de techo normal y de techo alto
MADRID ─ El día 23 de enero de 1995, Mercedes-Benz presentaba una nueva gama de furgonetas con el nombre Sprinter, que venían a tomar el relevo de la existente gama T1 que se fabricaba en Düsseldorf (Alemania) y también de las MB-100 que la compañía construía en Vitoria (España). Bernd Gottschalk, en aquel momento director comercial de la división de vehículos industriales de Mercedes-Benz AG, subrayaba que se trataba de un lanzamiento que iba acompañado de una estrategia encaminada a la globalización del sector de los vehículos industriales, a fin de acrecentar nuestra posición en el mercado mundial, de consolidar nuestros productos y nuestra capacidad competitiva y, en consecuencia, a asegurar la permanencia de nuestros centros de producción nacionales y extranjeros.

El lanzamiento de la Sprinter tuvo lugar en un momento en que la compañía alemana parecía haber comenzado a enderezar sus deterioradas finanzas, habiendo vendido en 1994 más de 100.000 furgonetas de las gamas MB-100, T1 y T2, lo que representaba 15.000 unidades más que en el año precedente, gracias a lo cual, Mercedes-Benz incrementó en 1994 su participación en el segmento de las furgonetas con un peso máximo autorizado de 2 a 6 toneladas del mercado de Europa occidental pasando del 11,9 al 13 por ciento.

Una buena ayuda a la recuperación de la actividad de la compañía alemana en el ámbito de las furgonetas había sido la adjudicación en 1994 de un pedido de 8.760 vehículos para el servicio alemán de Correos. Gracias a ello, desde mediados de ese año se había podido volver a aprovechar al 100 por cien la capacidad de producción de la factoría de Düsseldorf, construyéndose allí 64.000 unidades del modelo T1. Por su parte, la MB 100 D fabricada en Vitoria recuperó también la producción récord de 1991, alcanzando 27.500 unidades. Gottschalk pensaba que, tras la crisis de 1993, en 1995, el mercado de furgonetas aumentaría de 660.000 a 700.000 unidades en Europa occidental, y que el mercado alemán, por la reanimación coyuntural, podría rondar las 220.000 furgonetas vendidas.


Además de la versión furgoneta, las Sprinter se ofrecían en versiones
chasis-cabina sobre las que montar distintos tipos de superestructura
450 versiones distintas

Centrándonos ya en la nueva gama Sprinter, diremos que sus primeros modelos iban dirigidos a la categoría de 2,5 a 4,5 toneladas de peso máximo autorizado, con un volumen de carga de 7 a 13,4 metros cúbicos y una carga útil de 800 a 2.800 kilos. Se iban a comercializar en distintas versiones que se agrupaban en cuatro categorías (2,5 - 2,8 - 3,5 y 4,6 toneladas de peso máximo autorizado), tres batallas y dos alturas de techo y, además, techo sobreelevado de plástico. Como los vehículos se ofrecían con dos tipos de motor diésel y un motor de gasolina, y en versión furgoneta, combi y camioneta con cabina sencilla o doble, si se tenían en cuenta las posibles combinaciones con el cambio manual o automático y con las distintas desmultiplicaciones del eje trasero, en total la oferta del nuevo producto reunía más de 450 versiones diferentes. Por si fuera poco, Westalia, un carrocero especializado en autocaravanas, anunciaba estar preparando un vehículo de este tipo sobre la base de la Sprinter, vehículo que sería presentado algunos meses más tarde.


Retornando a los motores que iban a impulsar la gama Sprinter, se disponía de una versión optimizada del ya existente OM 601, un Diesel atmosférico de 4 cilindros que daba una potencia de 78 caballos y tenía un par motor máximo de 157 Nm; también había un nuevo motor diésel OM 602 DE 29 LA de 5 cilindros, que  la versión de inyección directa con refrigeración del aire de sobrealimentación rendía 122 caballos a 3.800 revoluciones por minuto y entregaba su par máximo de 280 Nm a partir de las 2.000 revoluciones por minuto.

La ampliación de los períodos de mantenimiento a 45.000 kilómetros
reducía los costes de operación de las Sprinter, algo que fue muy
apreciado por los profesionales autónomos
De acuerdo con los ingenieros de Mercedes-Benz, la regulación electrónica de la inyección directa permitía reducir en un 17 por ciento el consumo de combustible del motor OM 602 DE 29 LA con respecto al motor de precámara (inyección indirecta). Además, el motor OM 602 DE 29 LA de inyección directa iba equipado con un sistema de recirculación de los gases del escape, en el que una parte de dichos gases se reconducían al motor para ser quemados de nuevo, reduciéndose así los óxidos de nitrógeno. El catalizador por oxidación suministrado opcionalmente en el OM 601 y OM 602 DELA, producía una reacción química en los gases de escape aún calientes, rebajando aún más la emisión de sustancias contaminantes.

Para las aplicaciones y mercados en que los motores de gasolina todavía eran rentables, Mercedes-Benz había desarrollado y adaptado a las condiciones específicas de las nuevas Sprinter el motor M111 de 2,2 litros de cilindrada y cuatro válvulas por cilindro, que ya se usaba en los turismos de la marca. Este motor daba una potencia de 143 caballos e iba equipado de serie con catalizador, habiéndose incorporado un conducto by-pass con chapaleta reguladora que facilitaba la puesta en servicio del catalizador. También se le había dado una forma especial al tubo de escape, para evitar el sobrecalentamiento del módulo cerámico, lo que sin duda contribuiría a alargar la vida útil del catalizador.


La versión James Cook fue la primera alternativa de recreo que se
incorporó a la gama Sprinter de vehículos comerciales
Menor coste de mantenimiento

Los intervalos de mantenimiento se prolongaron en las Sprinter a 45.000 kilómetros, lo mismo que en los camiones pesados Mercedes. El cambio de aceite del motor sólo era necesario cada 15.000 kilómetros en el motor OM 601 Diesel y en el M 111 de gasolina; en tanto que en el OM 602 de inyección directa, esos cambios había que llevarlos a cabo cada 22.500 kilómetros. Las cajas de cambios de las Sprinter, del tipo G16 y G28, eran manuales de 5 velocidades y contaban con un sistema para el cambio rápido de unas marchas a otras.

Aunque en cuanto a estética éramos muchos los que considerábamos que la carrocería de la gama T1 que venían a sustituir las Sprinter era más bonita que la de los nuevos vehículos, era un hecho incontrovertible que la línea de la carrocería de estas últimas había mejorado notablemente desde el punto de vista aerodinámico, pues las mediciones realizadas en el túnel de viento indicaban un coeficiente Cx de 0,34 a 0,36, aproximadamente, bastante mejor que el que tenían las T1. Con todo ello, Mercedes-Benz asegura que el coste de mantenimiento por kilómetro de las Sprinter se reducía un 50 por ciento con respecto al modelo predecesor.

En cuanto a las novedades introducidas en la configuración del chasis, destacaba en particular la suspensión independiente totalmente nueva de las ruedas delanteras. El eje trasero equipaba ballestas semielípticas longitudinales dotadas de apoyos especiales; ballestas que eran parabólicas en los modelos de hasta 2,8 toneladas. Con este chasis y la nueva dirección asistida, que venia de serie, los ingenieros de Mercedes-Benz aseguraban que el comportamiento en marcha de las Sprinter tenía en las curvas una tendencia neutra o ligeramente subviradora. independientemente de las condiciones de carga.

Frenos de disco


El sistema de frenos de las Sprinter, incluía de serie frenos de disco con mordazas flotantes en todas las ruedas. El conjunto incorporaba también un sistema ABS de 4 canales con un diferencial automático de frenado (ABD) que actuaba como auxiliar a la hora de arrancar.


Para algunos, el aspecto exterior de los vehículos de la gama T1 que
iban a ser reemplazados por las Sprinter era más bonito
El desarrollo de las nuevas Sprinter y sus componentes así como la construcción de las instalaciones necesarias para fabricarla había requerido una inversión de más de 1.400 millones de marcos alemanes (entonces unos 123.000 millones de pesetas, al cambio). De ellos, 400 millones se habían destinado al desarrollo del producto. Otros 400 millones se dedicaron a instalar una línea de producción de carrocerías y de montaje completamente nueva y a construir una nave de pretratamiento en la factoría de Dusseldorf. Además de esta nave de pretratamiento estaba prevista la construcción de otras instalaciones que iban a requerir una inversión adicional de 130 millones de marcos.

Otros 300 millones se invirtieron en la maquinaria y las herramientas fabricadas por los proveedores, gastándose varios millones más en las plantas de fabricación de cajas de cambios y ejes.