lunes, 8 de mayo de 2017

RECUERDOS DEL TRASTERO: CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CAMIONES DIAMOND T

Este es el Old no 1, el primer camión fabricado por Diamond T en 1911

Si los de la marca francesa Bernard eran apodados los Rolls-Royce de los camiones, el modelo 211 fabricado en 1948 por Diamond T está considerado como el Cadillac de los camiones


MADRID ─ Érase una vez una familia de zapateros que vivía en Chicago, una ciudad de Estados Unidos, y que tenían un hijo que se llamaba Charles, aunque en su casa era conocido como Charlie. A Charlie no le gustaba mucho el negocio del calzado, así que, cuando fue mayor, decidió hacer lo que a él más le apetecía: fabricar un coche.
Así que, allá por 1905, cuando ya tenía 28 años, Charlie construyó uno muy bonito y como emblema del mismo adoptó una insignia que había diseñado su padre para distinguir los mejores zapatos que él fabricaba. Aquel emblema, insignia o marca consistía en un rombo tumbado a la larga con una gran T en medio y Charlie decidió llamar a su fábrica de coches Diamond T.

─ ¡Claro, Diamond Trucks, camiones Diamond!, me interrumpen mis nietos que, pese a su tierna edad, ya le pegan al inglés.

─ No ─les contesto─ la T no no era por Trucks, sino porque aquella familia de zapateros se apellidaba Tilt, que quiere decir inclinado, ladeado y quizá por eso habían puesto el rombo horizontal y no vertical, ¡a saber!.

Aprovechando la oportunidad, les explico que el rombo es generalmente reconocido como el símbolo del diamante, algo de gran dureza y mucha calidad, y que en la baraja americana el palo equivalente a nuestros oros son los diamantes, representados por rombos rojos.

Pero he aquí que en 1910, sólo 5 años después de haber fundado su propia compañía, a la que había llamado Diamond T Motor Car, un señor que se llamaba L. Wolff y que era proveedor de material de fontanería, le dijo a Charlie que a él lo que le vendría muy bien era tener un vehículo para llevar aquellos materiales que tanto pesaban y que, claro, no podía poner sobre los asientos de unos coches tan bonitos como los que hacía Charlie porque los iba a estropear.

Y entonces, nuestro protagonista puso manos a la obra y construyó un camión con 3 toneladas de capacidad que iba propulsado por un motor de 4 cilindros con transmisión por cadena, como las bicicletas, y con ruedas macizas en el eje posterior. Y le quedó tan bien que muchos otros industriales fueron a encargarle más camiones para ellos. Así que, en 1911, Charlie decidió olvidarse de los coches y dedicarse solamente a construir camiones.
Logo de Diamond T hacia 1948

En 1913, Charlie dejó de usar la cadena para mover el camión, no porque fuera muy cansado ir dando pedales, ya que la fuerza para mover los camiones la proporcionaba el motor, sino porque la cadena se soltaba con cierta frecuencia y era una lata volver a colocarla. En su lugar, Charlie optó por transmitir el movimiento del motor mediante piñones helicoidales.

─ ¿Los de las piñas?, me preguntan mis nietos extrañando lo de helicoidales.

─ No ─les contesto─ son como unos dientes de metal que enganchan unos con otros y cambian la dirección del movimiento.

El silencio de los niños refleja que han percibido que aún no están en condiciones de comprender de qué se trata y me dejan seguir con el cuento...

Pero entonces llegó la primera guerra mundial y todos los fabricantes de camiones de Estados Unidos se dedicaron a construirlos para el ejército de su país, haciendo el mismo tipo de camión todos ellos, el clase B Liberty, un vehículo de 3 toneladas y media que había sido diseñado por los propios militares. Y los que hacían en la fábrica de Charlie habían demostrado ser tan buenos que, cuando acabó esa guerra, el gobierno estadounidense le encargó a Charlie que hiciera 2.000 más.

Una cosa muy llamativa era que no sé muy bien por qué, hacia 1917, los camiones de uso civil más ligeros de Diamond T llevaban el volante a la izquierda y los más pesados, a la derecha.

─ ¡Ya véis, como si no saltara a la vista cuáles eran los más pequeños y cuáles los más grandes!, comenté a mis nietos.

─ Pero, al parecer, Charlie tardó casi cuatro años en darse cuenta de ello y finalmente optó por que todos sus camiones llevaran el volante a la izquierda...

─ ¿Como el coche de papá!?, me preguntan.


─ Sí, claro, como el coche de papá, les confirmo.


Diamond T modelo 360 de 1936
En aquellos años, los Diamond T llevaban motores Hinkley de 4 cilindros con una caja de tres velocidades y un eje semiflotante de piñones helicoidales, al tiempo que comenzaban a llevar ruedas con neumáticos también en el eje delantero.

─ Y así fue pasando el tiempo. Charlie se fue haciendo viejecito y el pelo se le volvió blanco, así que como se cansaba mucho cuando iba a trabajar pues ya no tenía mucha fuerza, decidió jubilarse en 1946, justo el año en que nací yo, dije a los niños.

─ ¡Claro y fuiste a ayudarle!, me respondieron a coro.

─ ¡Huy, no!, yo era un bebé y casi no tenía fuerza, me excusé.

─ ¿Y qué pasó?, volvieron a preguntarme los chicos.

Pues que Charlie se fue encorvando más y más y haciéndose cada vez más viejecito hasta que en 1956 el pobre se murió.

─ ¿Y qué fue de su fábrica de camiones?, me dijeron los niños. 

Pues que dos años después de morirse Charlie, la compró otra fábrica muy grande de camiones que se llamaba White Motors y que también era dueña de REO, también una marca de camiones.

─ ¿Y qué más?, vuelven los niños a la carga.

Pues que en 1967 White Motors unió Diamond T con REO creando con estas dos otra fábrica de camiones que se llamó Diamond Reo Trucks.

¿Y qué más?...

Pues que años después White Motors sería comprada por Volvo Trucks una compañía sueca de camiones, y que luego Volvo Trucks se haría también con la división de camiones de más de 16 toneladas de GMC, otra marca estadounidense propiedad de General Motors que también hacía camiones, y que, al final, todo se lo quedaría Volvo...

─ ¡Pero eso es otra historia que os contaré otro día porque ahora hay que ir a dormir!.

─ ¿Y no tienes fotos de los camiones de Charlie, abuelo?.

─ Pues casualmente tengo una del primer camión que hizo en 1911, que, por cierto, me costó mucho encontrar porque no sé por qué demonios es muy difícil hallar fotos de los camiones Diamond T anteriores a 1934. De hecho, la única que tengo de antes de ese año es precisamente la de aquel primer camión de 1905, el que llamaron Old no 1, algo así como el más viejo.

─ ¡Yo quiero verla!, responden al unísono los chavales.

─ Mañana, mañana... Ahora, a dormir.