jueves, 25 de octubre de 2018

¡MADRILEÑO!: ¡EL 30, A 30!. ¡PÁSALO!

🔴 ¡Mostrémosle al Ayuntamiento cuáles son algunas de las consecuencias de una ordenanza disparatada y demagógica!

Actualizado el 27.10.2018 a las 13:40

¿Serán así los radares que, disfrazados
cual bombona de butano, use en Madrid el
Ayuntamiento para sancionar a quienes no
respeten el límite máximo de 30 por hora?
MADRID ─ Madrileños, como muchos sabéis, el pasado día 24 del presente mes entró en vigor la nueva Ordenanza de Movilidad Sostenible del Ayuntamiento de Madrid, que sustituye a la anterior del año 2005 y que regula nuevas formas de movilidad urbana, con el teórico objetivo de potenciar el transporte público frente al privado, aumentando la protección al peatón, en particular a aquellos que tienen una movilidad reducida. Esta nueva ordenanza contempla una serie de normas que en algunos casos sólo son comprensibles si se tiene en cuenta que tras ellas lo que subyace es una intención recaudatoria a través de las multas que conlleven las sanciones por infracciones futuras de aquéllas. Entre esas normas figura la limitación de la velocidad a 30 kilómetros por hora en calles con un solo carril por sentido o con un único carril.

Cualquier automovilista sabe que 30 kilómetros por hora es una velocidad que los automóviles de hoy en día alcanzan en cuanto se acaricia el pedal del acelerador y que si aún se podía seguir circulando por las calles de Madrid era por que la posibilidad de llegar a 50 kilómetros por hora, que es el límite máximo que hasta ayer imperaba en la mayor parte de las vías madrileñas, lo cual permitía compensar el tiempo perdido en los atascos y alcanzar una velocidad media algo superior a la de un peatón.

Otra de las normas que nos ha deparado la nueva ordenanza municipal es la de que sólo los menores de 12 años podrán ir con bici por aceras y zonas peatonales, pudiendo ir acompañados por una persona adulta a pie ─no entendemos por qué se dice pudiendo y no debiendo, ¿es que también pretende regular el Consistorio el derecho de los ciudadanos a ir acompañados?.

Por otro lado, ¿cómo van a comprobar los policías municipales ─¿también los vigilantes del Servicio de Estacionamiento Regulado (antigua ORA)?─ que esos ciclistas tienen menos de 12 años de edad?. ¿Les van a obligar a llevar una gran etiqueta amarilla pegada en la frente?. Por otra parte, ¿quién corre más un ciclista subido a su bicicleta o un agente a pié?.

También se regula la circulación de patines y patinetes sin motor, incluyendo monopatines, a los que se les va a permitir circular por las aceras y demás zonas peatonales a una velocidad  que no exceda de los 5 kilómetros por hora y por aceras bici y sendas ciclables, a una velocidad que no supere los 10 kilómetros por hora, por pistas-bici y ciclocalles exclusivas para la circulación de bicicletas y por carriles bici protegidos o no (en este último caso solo mayores de 16 años o menores acompañados, con casco y elementos reflectantes).

¿Terminará el Ayuntamiento de Madrid por convertir en una gran
plaza peatonal  la archifamosa glorieta de Cibeles?
Nuevamente nos preguntamos cómo se va a comprobar en plena marcha la edad de quienes viajan en estos vehículos ─sugerimos que se les obligue a llevar una gran etiqueta roja pegada en la frente─ y cómo va a vigilarse la velocidad a qué circulan. ¿Terminará el Ayuntamiento de Madrid obligando a instalar tacógrafos en bicicletas, patines y monopatines?.

Y que no se nos olvide lo de que se autoriza a los ciclistas el giro a la derecha con semáforo en rojo siempre que esté señalizada tal posibilidad. ¿No tiene nada que decir a este respecto el Ministerio del Interior a través de la Dirección General de Tráfico?. ¿No es el Reglamento General de Circulación una normativa de rango superior a una ordenanza municipal?.

Por todo lo expuesto, animamos a cuantos circulen por las calles de Madrid a que el próximo día 30 de octubre de 2018 a respetar a rajatabla el límite de 30 kilómetros por hora establecido desde ayer como velocidad máxima en calles con un solo carril por sentido o con un único carril, para que los responsables de la implantación de la nueva ordenanza se enteren se manera práctica de algunas de las consecuencias.

Basta de decir: ¡Sí bwana!.


¡Madrileño!. ¡El 30, a 30!. ¡Pásalo!.