jueves, 1 de febrero de 2018

COCHES ELÉCTRICOS: NO HAY QUE FIARSE DE SU AUTONOMÍA

🔴 La  OCU afirma que la autonomía real es por término medio entre un 36 y un 43 por ciento inferior a la anunciada por los fabricantes de tres de los modelos más populares



La OCU asegura que la cantidad de
kilómetros que puede recorrer un
coche eléctrico con una carga de sus
baterías es notablemente menor de
la que anuncia su fabricante
MADRID ─ Como venimos insistiendo desde hace mucho tiempo, pese a que nos los quieren imponer casi por real decreto, los coches eléctricos no son tan limpios ni tan fenomenales como se nos vende. En efecto, la electricidad que necesitan para recargar sus baterías es fabricada en gran medida por centrales térmicas, con lo cual los coches eléctricos lo único que hacen es trasladar las emisiones que en los vehículos propulsados por motores de combustión interna salen por el tubo de escape a las mencionadas centrales térmicas. La energía eléctrica de origen eólico tampoco es tan limpia como se nos anuncia, ya que la construcción y levantamiento de los turbogeneradores genera asimismo un elevado volumen de emisiones contaminantes. Y la propia construcción de las baterías también es una industria altamente contaminante. Además, en comparación con sus equivalentes movidos por combustibles fósiles, los coches eléctricos emiten una mayor cantidad de sustancias contaminantes por desgaste de las pastillas de frenos, de las cubiertas de los neumáticos y del asfalto que recubre las carreteras. Y por si no fuera suficiente, la autonomía que se nos anuncia que tienen es en realidad mucho menor (el lector interesado puede ver un resumen de dichas pruebas en un breve vídeo que se incluye más adelante).

A finales de noviembre del año pasado, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), publicó los resultados de unas pruebas efectuadas para determinar cuál era la autonomía media real ─la distancia que pueden recorrer con una sola carga de sus baterías─ de tres de los modelos de coches eléctricos más populares. Naturalmente, las conclusiones de esas pruebas no tuvieron demasiada difusión o al menos eso nos pareció a nosotros, por lo que vamos a dar un repaso a las mismas. No es que pretendamos que nuestro repaso vaya a recuperar la difusión perdida, pero siempre tenemos en mente que aunque un grano no hace granero, ayuda al compañero.

La OCU eligió para sus pruebas los siguientes vehículos: el Nissan Leaf, el Opel Ampera-e (aún no se vende en España) y el Renault Zoe con los que realizó una prueba conduciendo por un trayecto que combinaba ciudad, carretera y autopista, unas veces sólo con el conductor, otras transportando además un pasajero (75 kilos), dos niños (30 kilos cada uno) y un poco de equipaje (20 kilos más) y con la calefacción encendida a 22º C cuando en el exterior había 10º C, un aspecto este último muy importante ya que los coches eléctricos no pueden aprovechar el calor que genera un motor de combustión y necesitan activar una resistencia o una pequeña bomba de calor.

Pues bien, la OCU descubrió que la autonomía real era por término medio un 36 por ciento inferior a la anunciada por los fabricantes de los vehículos examinados. Y hasta un 43 por ciento si se viaja con la familia. El problema se agrava por la muy deficiente red de puntos de recarga que hay en nuestra red viaria.

¿Por qué se toleran semejantes desviaciones?

El lector objetivo se preguntará que por qué las autoridades permiten que sigan anunciándose autonomías tan infladas para los coches eléctricos. La OCU señalaba a finales de noviembre último que aunque el actual test de homologación de consumo (el WLTP) es más real y riguroso que el anterior (el NEDC), la Unión Europea permitirá a los fabricantes de automóviles seguir publicitando los resultados del antiguo test de homologación de consumo durante un tiempo. Algo que a nosotros nos parece un impresentable detalle de complicidad de las autoridades europeas con la industria del automóvil.

FUENTE: OCU (noviembre de 2017)
Para la OCU, este desajuste se traduce en, al menos, un 13 por ciento menos de autonomía real para un motor Diesel, un 16 por ciento para un motor de gasolina y un 19 por ciento en el caso de los eléctricos. Y eso con una conducción ideal realizada por un profesional, evitando los atascos, las pendientes, y sin conectar en ningún momento la climatización, subrayaban desde la OCU.

Aunque los fabricantes de coches eléctricos insisten en presentarnos una imagen idílica de éstos, con cargadores de última generación que permiten recuperar casi una carga completa en sólo media hora, cargadores que, además, se pueden instalar en casa, etc., etc., lo cierto es que la instalación de uno de esos cargadores en un edificio de condominio (pisos) plantea siempre graves problemas a la comunidad de propietarios.

Incluso en la vivienda familiar, la instalación de un cargador rápido ─el uso continuado de cargadores rápidos recorta la duración de las baterías─ puede no ser tan fácil como nos pintan debido, por ejemplo, a que es fácil que sea necesario reforzar la instalación eléctrica de la vivienda, a que el cargador de las baterías puede costar más de 1.000 euros a añadir al ya levado precio del coche eléctrico, etc...

Y eso sólo para conseguir la autonomía que da una sola carga, la cual nos permite un radio de acción de la mitad de la autonomía ─hay que ir y volver, no lo olvidemos─ salvo que contemos con otro punto de recarga en alguna parte de nuestro trayecto, cuya duración, tengámoslo siempre en cuenta, se verá aumentada por el tiempo necesario para devolver la vida a las baterías de nuestro vehículo.

Todas estas cosas son la que explican que, pese a los continuos mensajes propagandísticos que hablan del incremento de las ventas de coches eléctricos, la realidad es que el usuario no es tonto y sigue sin ceder a la presión propagandística. Así, se nos ha estado machacando en semanas recientes con que, en 2017, se matricularon un 90 por ciento más coches eléctricos que en 2016, pero en cifras absolutas no llegaban a 4.000 unidades, una mota de polvo en el total de 1.234.931 coches vendidos en 2017.

Y a continuación, el vídeo prometido. Esta vez no diremos el habitual ¡que lo disfruten!, pues es difícil disfrutar cuando uno está a punto de echarse a llorar.