► Con las limitaciones a la circulación en la ciudad de Madrid y sus accesos, la alcaldesa Carmena ha abierto una caja de los truenos que ninguno de sus predecesores en el cargo se atrevió a abrir; quizá porque aunque también practicaban la demagogia aún guardaban un rescoldo de sensatez
La Catedral de la Almudena, arriba a la derecha, es apenas reconocible envuelta por la densa capa de contaminación que estos días cubre la capital de España |
La vida del ciudadano normal de la Comunidad de Madrid que tiene que desplazarse a diario a esta ciudad para trabajar, con frecuencia llevando a los niños al colegio o la guardería que ha encontrado con muchas dificultades en las inmediaciones de su empresa, para poder acudir rápidamente a hacerse cargo de las criaturas en caso de enfermedad o accidente, es ya suficientemente arrastrada como para tener que cargar encima con las ocurrencias de un grupo de personas de vida habitualmente bastante más acomodada que la de la mayoría de aquellos ciudadanos.
La alcaldesa y su equipo están demostrando ser lo suficientemente simples como para no darse cuenta de que la solución del transporte público no es viable para muchos de esos ciudadanos al no cumplir, ni por asomo, la premisa internacionalmente aceptada de que un transporte público que requiera un 50 por ciento más tiempo del que lleva el mismo recorrido en vehículos privados no es una solución válida.
Cuando a primeros de año la alcaldesa Botella se tiró sin más a la piscina de la contaminación de los vehículos con motor Diesel ─una piscina que previamente había llenado el equipo municipal de la ciudad de París─ no tuvimos reparo en señalar que aquello tenía un olor a demagogia que echaba para atrás. Hoy, aparte de una fuerte dosis de demagogia, tenemos que decir que, en nuestra opinión, las medidas de limitar la circulación en Madrid y sus accesos, que culminarán en lo de los días pares, los coches pares y los días impares los coches impares, conducirán al suicidio político de quienes las toman.
De momento, en la mañana de hoy ha quedado de manifiesto que, salvo para recaudar con las multas de los radares móviles instalados en la M-30 a todos los vehículos que superen los 70 kilómetros por hora de velocidad máxima, la medida no ha servido para recortar las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2), ni ninguna otra, pues no hay emisión peor que la que generan los vehículos detenidos en un atasco pero con sus motores en marcha. Así, se ha comprobado que, al reducirse la velocidad máxima no se consigue un tráfico más fluido ─por más que así lo haya asegurado Inés Sabanés, la concejala de Medio Ambiente y Movilidad─ sino que se generan más atascos y, desde luego, no se recorta la contaminación.
¿Se va a limitar también el funcionamiento de las otras fuentes de NO2?
Aparte de eso, es sorprendente que, según parece, Carmena y su equipo piensen que sólo emiten NO2 los motores de los automóviles. Para sacarles de su error, les diremos que no son sólo los automóviles los que generan NO2, CO2 y partículas metálicas (carbonilla), entre otros contaminantes, sino que todos ellos también son producidos por otras instalaciones fijas de uso diario y común como: estufas, calentadores de agua, calderas de calefacción, hornos y chimeneas que, en su funcionamiento, quemen madera, carbón, gas, fuel, petróleo y queroseno, dispositivos muchos ellos que funcionan a tope durante el invierno. Saliéndonos de esos aditamentos domésticos, esos contaminantes también son generados en centrales térmicas y multitud de instalaciones industriales, que sería larguísimo detallar; ¡hasta en instalaciones industriales de reciclado!. Y no tenemos noticia de que la alcaldesa de Madrid contemple por ahora la restricción inmediata del funcionamiento de todos esos dispositivos e instalaciones industriales.
Carmena y su equipo deberían tener cuidado porque están andando con fuego y ya se sabe que el que anda con fuego, tarde o temprano termina quemándose. ¿Ha valorado el gobierno municipal de la ciudad de Madrid el peligro de que esas medidas de limitación del uso del automóvil terminen dando lugar a altercados sociales?. La prohibición a partir de mañana de aparcar en las zonas de parquímetros a los no residentes podría dar lugar a los primeros.
Estamos seguros de que si Carmena y sus muchachos no han contemplado la posibilidad de tales altercados o les parece exagerado manejar esa posibilidad es porque no se han sentado a pensar a fondo los centenares de problemas graves que se van a presentar para el normal desarrollo de la vida cotidiana de los ciudadanos de la Comunidad de Madrid.
Por eso, insistimos en la conveniencia de que se sienten a pensar seriamente en ello.