lunes, 15 de diciembre de 2014

¿QUÉ HAY DETRÁS DEL REPENTINO ODIO DEL GOBIERNO FRANCÉS POR LOS MOTORES DIESEL?

- Todo apunta a que la caída de los precios del crudo, debida en gran parte a la presión del gas procedente del fracking, y el temor a una sobreproducción de electricidad desde sus centrales nucleares es la auténtica causa del cambio de opinión



Perforación de un pozo horizontal (cortesía del Departamento de
Petróleo y Gas del estado de Montana)
MADRID ─ A mediados de febrero de este mismo año, treinta provincias francesas estaban en situación de alerta debido a una nube demasiado densa de partículas y en París se ofreció transporte público gratuito durante unos días para tratar de reducir la circulación de automóviles privados y que la dichosa nube no se hiciera aún más tupida. Pero ha sido ahora, a principios del presente mes cuando Manuel Vals, el primer ministro francés, ha anunciado que su gobierno va a implantar un sistema para establecer cuáles son los vehículos automóviles que más contaminan y crear una especie de ránking de la polución. El objetivo es limitar el acceso a las ciudades de los vehículos que más contaminen. Hasta ahí, las cosas pueden parecer más o menos, si no normales, sí similares a situaciones ya vistas en otras grandes urbes europeas. Lo sorprendente es cuando Valls añade: En Francia hemos favorecido el uso de los motores Diesel, lo que ha sido un error que vamos a rectificar progresivamente de forma inteligente y pragmática.

Y decimos que es sorprendente porque, sin ir más lejos, los tres fabricantes de automóviles emblemáticos de la industria gala ─Citroën, Puegeot y Renault─ son grandes productores de ese tipo de motores que tanto odia ahora el gobierno francés y han realizado cuantiosas inversiones para el desarrollo y fabricación de los mismos.

¿Para llegar a esa conclusión ha necesitado el gobierno de Valls casi nueve meses, el tiempo de un parto?. Sería loable que algún político se tomara en los tiempos que vivimos tanto tiempo para analizar las consecuencias de una decisión, pero nos tememos que no es eso lo que ha ocurrido, sino que la medida viene de la mano de que la situación del sistema francés es totalmente insostenible.

Si ya afrontaba Valls graves problemas con sus planes de aumentar los impuestos y recortar las prestaciones sociales, fuertemente criticados por sus propios correligionarios, el hundimiento que en el precio del crudo ha provocado el éxito de la explotación del gas natural extraído mediante las técnicas de fracking ha aparecido sin ser invitado para complicar aún más las cuestiones financieras al gobierno de Valls.

Por mucho que el gobierno francés trate de amortiguar la reducción de ingresos que en recaudación por impuestos va a conllevar esa bajada del precio del crudo, retrasando todo lo posible que éste se llegue al surtidor ─como el gobierno español, el francés es uno de los últimos interesados en que las petroleras rebajen los precios de los combustibles que venden al público pues sobre ellos se evalúan los impuestos que los respectivos Tesoros públicos recaudan de cada  litro que el automovilista mete en el depósito de su vehículo─ a los franceses se les viene encima otro problema, que es la competencia que la generación de electricidad en centrales alimentadas por gas natural procedente del fracking puede hacer a la electricidad que Francia exporta y vende desde sus centrales nucleares.

Por eso, el interés que Segolène Royal, la miminstra de Medio Ambiente, demuestra ahora por los coches eléctricos en detrimento del Diesel, anunciando un plan para incentivar nada menos que con 10.000 euros el achatarramiento de un vehículo propulsado por un motor Diesel y reemplazarlo por un vehículo eléctrico.

¿Se les acaba el chollo a los franceses?

Sin duda los gobernantes franceses han visto que se les acaba el chollo de exportar la electricidad de sus centrales nucleares y que se les viene encima una posible competencia de otros países de su entorno que podrían ofrecer al consumidor francés energía eléctrica producida a partir del gas natural del fracking. ¡Hasta los siempre despreciables ─para los franceses─ españoles, a los que han tenido de siempre esclavizados y convertidos en una isla energética para venderles la electricidad de origen nuclear que se produce al otro lado de los Pirineos podrían tener la desfachatez de ir a venderles electricidad de gas natural a los propios franceses!.

Por eso, el gobierno francés necesita incentivar a toda prisa el consumo interno de electricidad. Y los coches eléctricos usados de forma masiva podrían contribuir a ello. Aunque otra cosa es establecer una red de estaciones de recarga suficientemente tupida como para que un coche eléctrico llegue a ser una solución operativa de verdad. Para nosotros el plan de Royal tiene mucho de demagógico, y esperamos que con el tiempo se vayan viendo nuevas medidas gubernamentales encaminadas a elevar el consumo interno de electricidad.

De momento, en Estados Unidos, el descenso del precio de los combustibles ─allí se reflejan mucho más rápidamente a pie de surtidor las oscilaciones del precio del barril de Brent─ originado por el gas de fracking, ha castigado duramente a Tesla Motors, el fabricante local de coches eléctricos, que en las dos últimas semanas ha visto como sus acciones perdían un 15 por ciento en su cotización y los automovilistas han vuelto a dirigir su mirada hacia los coches grandes, que consumen más y que son los que les gustan... Unos sucesos nada alentadores para los planes del gobierno francés.

Ahí, el gobierno español ha tenido una reacción mucho más proactiva: crear un impuesto, para empezar, al gas natural que se extraiga del subsuelo español con técnicas de fracking.