miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA "TAKATITIS" PUEDE CONVERTIRSE EN EL ÉBOLA DEL AUTOMÓVIL

- Un fallo de la mezcla pirotécnica de los airbags fabricados por la japonesa Takata da lugar a la revisión de cerca de 17 millones de automóviles, figurando Honda como la marca más afectada de una lista en que también están: BMW, Chrysler, Ford, General Motors, Mazda, Mitsubishi, Nissan, Subaru, Daihatsu y Toyota



Airbags convencional y de inflado continuo que Honda usaba en
algunos de sus vehículos en 2009
MADRID ─ Aunque la prensa española esté pasando de puntillas sobre el tema, pese a la tremenda gravedad de éste, y mientras el suizo Stefan Sotcker, director general y de operaciones, y el japonés Shigengisa Takada, presidente ejecutivo de Takata, un fabricante japonés de airbags, llevan meses desaparecidos en combate, sin dar la cara, las cifras de vehículos afectados crecen continuamente y las de muertos o heridos a causa del problema no han más que empezado a aflorar. Y la cosa seguiría posiblemente sin avanzar demasiado si no fuera porque las autoridades estadounidenses han intervenido ya para urgir a Takata a que solucione el problema de una vez, al tiempo que se está rifando una multa ejemplar de 35 millones de dólares (unos 28 millones de euros) similar a la que se impuso a General Motors (GM) en el verano último para la que Honda y Takata llevan todas las papeletas. También el propio Ministerio de Transportes de Japón ha emplazado a estas dos compañías a que formen un grupo para solucionar el problema lo antes posible.

Takata, junto con la sueca Autoliv y la estadounidense TRW Automotive, recientemente comprada por ZF, casi se reparten el mercado mundial de esos dispositivos de seguridad y es precisamente la creación de estos megaproveedores para llevar al extremo las economías de escala la que hace que, cuando algo falla, las consecuencias revistan mucha mayor gravedad.

Centrándonos en el problema y aunque al principio del verano, cuando el asunto saltó a los periódicos las primeras informaciones hacían pensar que aquél estaba circunscrito al airbag del pasajero y que tenía su origen en que, por motivos que siguen siendo desconocidos ─o que no se han querido hacer públicos─ la mezcla pirotécnica que infla el airbag cuando se produce un accidente se había humedecido y no era capaz de inflar el saco protector con suficiente fuerza, ahora ya sabemos que el fallo es común a los airbags del pasajero y del conductor, pero que lo que ocurre es que, por efecto de la humedad, cuando se inflama la mezcla pirotécnica se producen muchos más gases de los previstos, inflando el airbag hasta hacerlo estallar, pero con el agravante de que, a consecuencia de esa explosión salta metralla que impacta en la cara de conductor o pasajero, produciendo en ocasiones graves daños en los ojos de éstos.

Escudándose en que el mal funcionamiento del dispositivo de seguridad es originado por la humedad que penetra en el interior del sistema, Takata, al verse presionada por la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), la agencia del Ministerio de Transporte de Estados Unidos que regula los temas de seguridad el automóvil, ofreció hacer una llamada a revisión de todos los vehículos que podrían estar afectados pero no en el todo el territorio de Estados Unidos, sino solamente en los 12 estados en que el nivel de humedad es más elevado.

Los ciudadanos claman por una campaña de ámbito nacional

Como hubo muchas protestas por parte de las asociaciones de defensa de los derechos de los ciudadanos que alegaban que por qué alguien que habitaba habitualmente en Arizona pero gustaba de pasar un par de meses por ejemplo en Florida, donde la humedad es mucho más alta que en Arizona, no iba a tener derecho a que los airbags fabricados por Takata que equipase su vehículo fueran revisados también.

La legislación de EEUU obliga a los fabricantes de automóviles a
informar trimestralmente de las circunstancias y detalles que
concurrieron en los accidentes con heridos y muertos
en que se vieron implicados sus vehículos
Al final, la propia NHTSA está presionando a Takata y los fabricantes que usan sus airbags a que llamen a revisión a todos los modelos que piensen que pueden estar afectados por el problema en Estados Unidos, ante las protestas de Takata y Honda, que alegan que una revisión de esa magnitud puede resultar eterna... y puede costarles una fortuna, que es lo que en realidad subyace en la reticencia de ambas compañías a formular una llamada de ámbito nacional. La lista de fabricantes de automóviles afectados consta, por ahora, de once marcas: Honda, BMW, Chrysler, Ford, General Motors, Mazda, Mitsubishi, Nissan, Subaru, Daihatsu y Toyota.

Honda, que ha sido recientemente citada a declarar ante la propia NHTSA, ha reconocido que lleva desde 2003 sin informar debidamente a este organismo de los accidentes en que se ven involucrados sus vehículos; concretamente, el fabricante japonés de automóviles ha reconocido que hay 1.729 accidentes en que la información fue incompleta. Este incumplimiento de la legislación estadounidense sobre la materia es el que ha hecho pensar que Honda podría ser sancionada con una multa de 35 millones de dólares, similar a la que se impuso a GM por el asunto de los interruptores de arranque defectuosos.

Un continuo suma y sigue

En noviembre de 2008, Honda ya llamó a revisión en todo el mundo unos 4.000 Accord y Civics del año 2001 por que había airbags fabricados por Takata que, al inflamarse su mezcla pirotécnica, generaban demasiado gas y estallaban, proyectando metralla sobre conductor o acompañante. Desde entonces y salvo en 2012, ha habido llamadas intermitentes para revisar vehículos no sólo de Honda, sino también de otras marcas. Así, destacan los 1,6 millones de unidades que BMW llamó en todo el mundo en julio de este año, para revisar sus airbags fabricados por Takata.

Apenas un mes antes, Honda, Nissan y Mazda habían hecho lo propio con 2,95 millones de unidades, mientras que, sólo dos semanas antes de esta llamada, Toyota también lo había hecho con 2.27 millones de coches. En fin, un desastre cuyas cifras, por desgracia, tienen toda la pinta de que seguirán aumentando. Y así podríamos ir hacia atrás en el calendario para sumar cerca de 17 millones de coches en todo el mundo, la mitad de ellos en Estados Unidos.

Viendo las dimensiones del problema, no extrañará que en Japón haya quien tema lo peor para Takata, que podría verse forzada a suspender pagos. Por sorprendente que parezca, muchos constructores de automóviles no tienen el menor interés en que Takata desaparezca, pues entonces quedarían prácticamente en manos de Autoliv y TRW Automotive (ZF) dos proveedores occidentales que seguramente son más caros que Takata. De hecho, ya se habla de una posible operación de rescate, si llegara a producirse la quiebra de Takata, similar a la que se realizó con Renesas Electronics, el fabricante nipón de microprocesadores que nació a raíz de que NEC se deshiciera de sus intereses en la industria de semiconductores.

En 2011, Renesas se vió muy afectada por el terremoto que se produjo aquel año en Japón y también por las inundaciones de Tailandia, resultando destruidas varias de sus fábricas, hasta el punto de que en 2012 estuvo a punto de quebrar. Un préstamo del gobierno japonés y la entrada en el capital de la compañía por parte de sus principales clientes para así inyectar fondos en Renesas salvó a ésta del desastre.

Lo más deprimente es que el airbag es el dispositivo de seguridad más importante que se ha incorporado al automóvil en los últimos 30 años y cuyo uso se ha generalizado. La idea más extendida entre los automovilistas es que el airbag es su salvavidas in extremis y a nadie se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que ese dispositivo protector se convirtiera en un agresor letal. De momento, parece que hay detectadas media docena de víctimas mortales (cinco en Estados Unidos y una en Malasia, esta última, una mujer en avanzado estado de gestación), pero la lista engordará, como lo ha hecho la de víctimas del fallo del sistema de contacto de GM, que de las 13 inicialmente reconocidas por la compañía estadounidense, en la actualidad ascienden ya a 35.

Otra de las cuestiones que ha puesto al descubierto el tema de los airbags de Takata es que el sistema norteamericano de que los tribunales estén fundamentalmente para llegar a acuerdos sobre indemnizaciones tiene contrapartidas indeseables. Cuando estos acuerdos se alcanzan, una de las cláusulas más nefastas que los mismos suelen incorporar es la de que las partes se comprometen a guardar un silencio absoluto sobre el asunto que dió lugar al litigio. De esta manera, sería posible que ahora fuésemos descubriendo que el problema se conocía mucho antes de lo que ahora pensamos y que no se ha sabido antes por los compromisos alcanzados a la hora de indemnizar a las víctimas.