domingo, 11 de diciembre de 2016

NI CONTAMINACIÓN, NI CIRCULACIÓN. EL PROBLEMA ES LA AGLOMERACIÓN

Las autoridades deben tomarse muy en serio el estudio de soluciones sensatas y no fruto de la improvisación y la demagogia para prevenir las consecuencias que una situación de pánico colectivo podría tener en el centro de Madrid


Creemos que el cierre al tráfico de algunos de carriles de la
Gran Vía madrileña buscaba sobre todo abrir más espacio
para los peatones ante una posible situación de emergencia
MADRID ─ Demagogia e improvisación han echado por tierra las medidas tomadas para limitar el tráfico de vehículos por el centro de Madrid, cuando desde hace tiempo estaba claro que, por lo menos desde el punto de vista de seguridad ciudadana, había que hacer algo para dar un desahogo al centro, al muy centro de la capital de España, cada vez más atiborrado de visitantes al aproximarse las fiestas navideñas.

La falsa amenaza de bomba en los alrededores de la calle Mesonero Romanos y el tuit de Renfe Cercanías recomendando a sus usuarios que usaran sistemas de transporte alternativos para llegar a la Puerta del Sol, ambos ocurridos el día 8 del presente mes, son avisos que las autoridades municipales deberían tomarse mucho más en serio.

El ayuntamiento de Madrid llevaba muchos años potenciando las visitas de ciudadanos residentes o turistas a las calles más céntricas de Madrid durante las fiestas navideñas. Unas calles cuyo dimensionamiento pudo resultar adecuado hace más de medio siglo, pero que no se corresponde en absoluto con la situación actual.

Como ejemplo, podríamos poner la apertura durante varias semanas de una pista de patinaje sobre hielo en la Plaza del Callao, zona habitualmente saturada desde mucho antes de que comenzase a funcionar dicha pista de patinaje.

Aunque todas esas medidas fuesen muy bien recibidas por el comercio de la zona, nuestras autoridades municipales tendrían que haberse dado cuenta de qué es lo que estaba sucediendo y qué es lo que cabía pensar que iba a suceder, pues hace ya dos o tres años que calles como la de Preciados, Carmen, Mayor, Gran Vía y otras aledañas, presentan un nivel de saturación de peatones muy peligroso.

Ni avanzar, ni retroceder

El autor de este comentario ha podido comprobar en años recientes cómo la calle Preciados estaba prácticamente taponada sin posibilidad de avanzar o retroceder por ella, hasta el punto de que las personas que lograban alcanzar las puertas de El Corte Inglés, trataban de entrar en esos grandes almacenes para, atravesándolos, alcanzar la salida de la calle de Maestro Victoria para desde allí intentar escapar por la zona del Convento de las Descalzas Reales o por Arenal, que a su vez estaban bastante saturadas de peatones.

El problema era que, al tratar de entrar en los grandes almacenes, se encontraban con que las personas que intentaban salir de ellos por las mismas puertas de la calle Preciados se lo impedían, incapaces éstas de incorporarse a la riada estancada de peatones que bloqueaba dicha calle.

El día de la Inmaculada, RENFE Cercanías emitió tuit recomendando a sus
usuarios que usasen medios de transporte alternativos para alcanzar la
Puerta del Sol de Madrid
La situación no era mucho mejor en la calle Arenal y alcanzaba un nivel alto de peligro en la calle Mayor, donde los peatones que circulaban por sus saturadas aceras del lado más próximo a la calzada se encontraban en peligro permanente de caer a los pies de algún coche y ser atropellados por éste. Una situación similar a la de la calle Mayor se daba en las zonas de la Gran Vía más próximas a la Plaza del Callao, en parte por la instalación de la ya mencionada pista de patinaje sobre hielo, que parece que hay otros lugares para instalar no esa pista sino muchas más, olvidándose de imitar a lo pobre el Rockefeller Centre de Nueva York.

Creemos recordar también que los trenes del Metro que pasan por la estación de Sol dejaron de parar en algunos momentos en dicha estación ante el bloqueo de las escaleras de acceso a la misma, con viajero que no podían salir, ni entrar.

Pensamos que, en el fondo, nuestro Ayuntamiento era y es consciente de los muchísimos problemas que derivan de esa saturación peatonal pero, en lugar de estudiar concienzudamente qué se puede hacer y si no se puede hacer otra cosa más que limitar la circulación por la Gran Vía y la calle Mayor e incluso cerrarlas totalmente al tráfico durante el período navideño, explicar todo ello debidamente a los ciudadanos.

Pero no, la medida se impone sin más, de la noche a la mañana. Eso sí, poniendo por delante que todas las restricciones circulatorias no afectarán a los coches oficiales ─que son los que usan ellos─ ni a los eléctricos ─estúpido detalle demagógico, dado que el número de estos vehículos es insignificante y, como ya dijimos antes, el problema de fondo no es la contaminación sino la aglomeración.

Resultado lógico: el caos.

Un caos que no es nada no porque el ayuntamiento haya parado las cámaras que podían demostrar con sus imágenes la realidad del mismo, sino porque, afortunadamente, no se ha producido una situación de pánico colectivo en algún punto crítico de la zona centro de Madrid. Esperemos que nunca llegue a producirse.