martes, 3 de diciembre de 2019

RECUERDOS DEL TRASTERO: EL RALLY LONDRES-BRIGHTON DE VEHÍCULOS COMERCIALES DE 1993

🔸 Suele celebrarse en torno al 1 de mayo y es un espectáculo que ningún aficionado a los vehículos clásicos debería perderse


En un poco frecuente día de sol para tratarse de Inglaterra, un Leyland 
se dirige a la playa de Brighton el 12 de mayo de 2019
MADRID ─ Alberto Puerta, gran amigo y fundador del grupo de Facebook Amigos de los Camiones Clásicos, al ver una foto de un camión Foden a vapor que yo había publicado en ese grupo, me manifestó que, dado que el ha sido transportista toda su vida y que su padre fue maquinista de locomotoras de vapor, no le gustaría morirse sin conducir uno de esos camiones humeantes. Lógicamente, un buen sitio para satisfacer ese deseo podría ser el rally Londres-Brighton de vehículos industriales antiguos. Alberto lo sabe y cuando se lo recuerdo, enseguida me pregunta que cuándo se celebra la próxima edición, para intentar asistir a ella. Y como, amén del bueno de Alberto, serían muchos los amantes de los camiones y autobuses clásicos que acudirían con gusto a esa cita, ante todo debo aclarar que hay dos rallies Londres-Brighton.

El más famoso y antiguo, reservado a vehículos fabricados antes del 31 de diciembre de 1904 y que son mayormente turismos, es organizado por el Royal Automobile Club. Su próxima edición se celebrará el 1 de noviembre de 2020. El de vehículos industriales, que organiza la Historic Commercial Vehicles Society (HCVS) tendrá lugar el 3 de mayo de 2020. Precisamente en este último estuve yo, invitado por Scania, en 1993. A continuación reproduzco el texto original del artículo que sobre este último evento publiqué en el número de julio de 1993 en la revista Transporte Mundial. Eso sí, las fotos que lo ilustran en esta oportunidad corresponden a la edición 2019 de dicho rally, celebrada el 12 de mayo de este año.

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LONDRES-BRIGHTON: ESOS CHALADOS CON SUS VIEJOS CACHARROS.

- Una vez más, se celebró el mayor "rally" del mundo dedicado a vehículos comerciales antiguos


Foden exhibido en el parque cerrado del paseo marítimo de Brighton,
 después de haber cubierto el trayecto desde Londres
Son las dos de la tarde, hora británica, por descontado. En los "pubs" de los alrededores de Crystal Palace, todo refleja que se avecina una tarde de fútbol muy dura. Paramos en un semáforo, a nuestra izquierda, algunos "hooligans", jarra de cerveza en mano, cantan o chillan mientras increpan a los aficionados que vestidos con los colores del equipo contrario, eluden el choque frontal cambiando de acera. Algo más apartados, pueden verse algunas docenas de "bobys" que, en manga corta, observan flemáticamente cuanto ocurre mientras sus filas engrosan por momentos con la carga que van dejando, uno tras otro, los microbuses de la policía.

La tensión se palpa en el ambiente. Por fin, el semáforo se pone verde y arrancamos. Sólo unos cientos de metros más allá, nuestro vehículo desemboca en unas praderas aledañas donde de repente la calma nos invade y nos vemos como transportados en el tiempo. Varias decenas de vehículos han ocupado ya sus puestos en el parque cerrado del rally Londres-Brighton, una singular carrera de camiones y autobuses antiguos.


No olvide que el artículo que
está usted leyendo relata

unos hechos que sucedieron
hace más de 26 años
En realidad, la única carrera que se libra es contra los imponderables, las averías y los mil y un problemas que todos los participantes habrán de afrontar en los escasos 100 kilómetros que separan a la capital londinense del centro veraniego en las costas del sur de Inglaterra.

Liberados de la tensión de momentos antes y provistos de una ración de "fish & chips" abominable -como casi todas las londinenses- que nos hace añorar las comidas años atrás en Malleig, en la costa, junto a Fort William, al suroeste del Lago Ness, empezamos a contemplar algunas de las joyas mecánicas que poco a poco se van concentrando junto a Crystal Palace.
Los propietarios de los vehículos participantes cuidan con esmero la
apariencia de los mismos, siempre soñando con una oferta millonaria

Para intentar borrar el "sabroso" recuerdo de los últimos bocados, tratamos de conseguir una taza de té y una porción de pastel de chocolate casero que expende en su kiosko una voluminosa y recia matrona británica, rodeada de una legión de hijas. Mientras toda la familia mantiene una empecinada pero correctísima discusión por tres peniques con un cliente que nos precede, uno no puede por menos que preguntarse una vez más si el apego que los británicos sienten por todo lo antiguo es fruto de su amor a las tradiciones o más bien de su resistencia a gastarse un chavo en comprar cosas nuevas.

La ley de la bandera roja

Los orígenes de la carrera Londres-Brighton se remontan a la aparición en Gran Bretaña de los "coches sin caballos", artefactos que disgustaban y atemorizaban a la mayoría de los peatones. Para atenuar estos inconvenientes, a finales del siglo pasado se presentó la llamada Ley de la Bandera Roja, que obligaba a que todos los vehículos fueran precedidos de un peatón que agitaba una bandera roja para avisar a la gente del "peligro" que se avecinaba. Cuando la Ley fue rechazada el 14 de noviembre de 1896, un grupo de propietarios de vehículos a motor lo celebraron recorriendo con ellos las 60 millas (100 km) que separan Londres de Brighton, en la costa sur de Inglaterra, a una velocidad inferior a 19 km por hora.
Un par de Bedford; creemos que el de la derecha es de 1938

Sin embargo, el rally Londres-Brighton más antiguo y conocido no es éste, sino el de coches que organiza el Veteran Car Club, que tiene lugar en noviembre y en el que sólo participan modelos construídos antes del 31 de diciembre de 1904. La prueba de vehículos comerciales, organizada por la Historic Commercial Vehicle Society (HCVS), cuenta ya con más de 30 años y en ella toman parte unos 250 vehículos comerciales (furgonetas, camiones,autobuses, taxis, etc.) fabricados en los últimos 94 años - este año, el modelo más antiguo había sido construído en 1899.

Michael J. Banfield, presidente de la HCVS, cree que los precedentes de esta sociedad hay que buscarlos en una carta publicada en una revista británica de 1926, sugiriendo la necesidad de un club de vehículos industriales.


No olvide que el artículo que
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unos hechos que sucedieron
hace más de 26 años
El primer rally de este tipo tuvo lugar en 1957, organizado por un grupo de entusiastas que contaban con una docena de vehículos. Un año después nacería la actual HCVS, la cual cuenta en estos momentos con 4.000 miembros procedentes de todo el mundo, aunque sin duda los británicos son mayoría, que poseen entre todos unos 15.000 vehículos.

Sin embargo, la HCVS no es autosuficiente y para seguir organizando la prueba, tuvo que recurrir a patrocinadores que aportasen los fondos necesarios. Desde 1991 y coincidiendo con la celebración del centenario de Scania, este fabricante sueco es quien presta no sólo el apoyo económico, sino también algunas piezas de su museo que hace participar en la prueba. En esta oportunidad, fueron un autobús urbano Scania-Vabis C50 Metropol de 1953, que estuvo en servicio en la compañía de Tranvías de Estocolmo, y un volquete Scania-Vabis LT75 de 1962, que estuvo en servicio en Suiza.


Un vehículo que no hemos conseguido identificar, se dirige de Londres
a Brighton por la mañana temprano para rememorar tiempos pasados
Una temprana salida

A la mañana siguiente, a las seis y media, y después de que sus tripulaciones den un enésimo repaso a los abundantes cromados y dorados, algunos de los más de 250 participantes en el rally Londres-Brighton de vehículos industriales antiguos de este año, toman la salida. Pese a lo temprano de la hora, son muchos los aficionados que aguardan en las cunetas del camino a Brighton en los distintos puntos de control, reavituallamiento y descanso, cámara en mano, dispuestos a inmortalizar a cuantos participantes se presten a ello.

Los conductores y tripulaciones saludan ufanos al pasar; en sus rostros, la misma expresión, mezcla de orgullo y superioridad, que se puede ver en cuantos participan en desfiles semejantes, ya sea en el sambadromo de Río de Janeiro, o en las fiestas de moros y cristianos del Levante español.


El público deambula entre los vehículos que han conseguido llegar a
la plata de Brighton para admirarlos y conocer sus características
Los menos afortunados, se ven obligados a detenerse a un lado para atender los renqueantes órganos de estos vetustos vehículos. Algunos no podrán ya continuar y este año se quedarán sin la codiciada placa conmemorativa que obtienen cuantos alcanzan la meta. En contraste con la abundancia de aficionados que jalonaban el camino a Brighton, sorprende la fría acogida que los habitantes de esta ciudad dispensan a los vehículos que poco a poco alcanzan su paseo marítimo; es la hora de comer, puede que se deba a eso.

En efecto, tras el té de las cinco, el parque cerrado de Brighton es asaltado por centenares de personas que empujadas por la curiosidad, departen con los propietarios de tan viejos vehículos. Algún lanzado hasta se atreve a subirse a uno de los numerosos coches contraincendios que han participado este año e intenta calzar un reluciente casco de bombero en su cabeza.

Finalmente, y en medio de continuos aplausos, tiene lugar la maratoniana entrega de premios a los participantes.
                                                Jorge Palacios

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Y hasta aquí el artículo que en mayo de 1993 dediqué al rally Londres-Brighton de vehículos industriales, organizado por la Historical Commercial Vehicles Society (HCVS).

Para terminar, sólo insistir en que las fotografías que ilustran este post corresponden a la edición de este evento correspondiente al presente año, 2019.