viernes, 14 de abril de 2017

EL PARLAMENTO EUROPEO QUIERE QUE SE ABANDONE EN 2020 EL USO DE ACEITES VEGETALES PARA BIOCOMBUSTIBLES

 El biodiésel derivado del aceite de palma es el que tiene las mayores emisiones de gases de efecto invernadero: ¡nada menos que el triple de las que genera el gasóleo fósil al que sustituye!


La apuesta de Europa por los biocombustibles
derivados de los aceites vegetales no ha podido
resultar más desastrosa
MADRID ─ Después de que recientemente el Parlamento Europeo haya apoyado en una resolución no vinculante la supresión en 2020 del uso de aceites vegetales para obtener biocombustibles, tanto este organismo como el Consejo Europeo quieren fijar lo antes posible una posición común para reformar la Directiva sobre energías renovables que decidirá la política europea en materia de biocombustibles hasta 2030. Según informa Transport & Environment (T&E), un lobby belga que lucha por un transporte respetuoso con el ambiente, la resolución no vinculante del Parlamento a que nos referíamos antes fue adoptada por una gran mayoría de los eurodiputados, habiendo votado en contra sólo 20 de ellos, lo que puso de manifiesto la unanimidad existente sobre la supresión de incentivos a los cultivos de aceite de palma, soja y colza destinados a la producción de biocombustibles.

Los motivos de que se quiera acabar con estos cultivos otrora tan promocionados y subvencionados son varios. Entre ellos, hay unos que estaban cantados y que no se quisieron ver desde que en un primer momento hubo voces que lo advirtieron: no tenía sentido desforestar para cultivar unas plantas como la colza, la soja y la palmera de aceite que iban a procesar mucho menos dióxido de carbono (CO2) de lo que procesaban los árboles y plantas que habían sido talados para dar cabida a dichos cultivos.

Adicionalmente, la mencionada desforestación eliminaba el dosel arbóreo que con frecuencia evitaba que las lluvias normales y especialmente las torrenciales tan características del trópico ─una de las zonas más dañadas por la deforestación orientada a los biocombustibles─ arrastrasen las sales minerales del subsuelo.

Por otro lado, el biodiésel obtenido a partir de aceites vírgenes de origen vegetal se ha convertido en una preocupación para la Comisión Europea (CE) después de que varios estudios recientes como el elaborado por el Instituto de la Energía de la Universidad de Michigan o uno encargado por la propia CE, llegasen a la conclusión de que este biocombustible generaba un 80 por ciento más emisiones que el combustible fósil que venía a sustituir.

El cálculo anterior no refleja solamente las emisiones al quemar el biodiésel en sí, sino también las asociadas al cambio de uso de la tierra en que se dejan de cultivar otras cosas o simplemente se desforestan para dedicarlas a la producción de plantas como las ya mencionadas colza, soja o palmera de aceite.

De entre todas las fuentes de las que se obtiene el biocombustible que se utiliza en el transporte, es el biodiésel derivado del aceite de palma el que tiene las mayores emisiones de gases de efecto invernadero: ¡nada menos que el triple de las que genera el gasóleo fósil al que sustituye!.

Coches y camiones principales consumidores de aceite de palma

Y, para mayor desgracia, según cifras del analista industrial OILWORLD recogidas por T&E, coches y camiones son los principales consumidores de aceite de palma en Europa. En 2015, el 46 por ciento de todo el aceite de palma usado en el Viejo Continente terminó en los tanques de coches y camiones. Por lo tanto, el transporte ─que incluye coches particular, camiones, ferrocarril, no lo olvidemos─ ha impulsado una demanda adicional de aceite de palma en América Latina, África y, principalmente, en el sudeste asiático.
Explotaciones marederas por parte ahora de muchas empresas chinas y
cultivos de palmera de aceite para biocombustibles han contribuido en gran
medida a la desaparición de más de la mitad de la selva ugandesa, viéndose
afectados también los bosques lluviosos en que Jane Goodall llevó a cabo sus
investigaciones etológicas con los chimpancés. En la foto, cortesía de
Satoyama Initiative, un ejemplo de la tala masiva de árboles en el distrito de
Mpigi, en la Selva de Katabalalu (Uganda)

Ahora que tanta difusión se está dando a los peligros que conlleva el uso de aceite de palma en los productos alimenticios por aquello de que cuando se recalienta dicho aceite se produce un residuo de carácter cancerígeno, en España sigue sin levantarse una voz que clame contra los miles y miles de hectáreas que han sido y siguen siendo salvajemente deforestadas ─Amazonia, Selva de Borneo, Selva del Congo, Uganda, etc.─ o arrebatadas a campesinos de países pobres ─recuérdese el caso relativamente próximo en el tiempo de Honduras─ que las usaban para cultivar los alimentos de que vivían sus familias.

En T&E han acogido con satisfacción que el Parlamento Europeo quiera eliminar todos los aceites vegetales de la producción de biocombustibles.  El problema no es sólo el aceite de palma, ya que los aceites vegetales son intercambiables, de manera que si sólo se prohíbe el aceite de palma para obtener biodiésel con destino a los coches y camiones, lo que hará la industria es reemplazarlo por otros aceites vegetales igualmente malos, señaló Cristina Mestre, responsable de biocombustibles de T&E, que añadió que la solución a largo plazo de la política de la UE en materia de biocarburantes es eliminar los basados en cultivos y dejar espacio para soluciones reales de combustible sostenible, como biogás obtenido de los residuos urbanos y electricidad renovable. 

Entretanto, un nuevo estudio independiente encargado por Birdlife Europe y la propia T&E, pone de manifiesto que la CE ha sobreestimado la proporción de energía renovable que procederá de la bioenergía en 2030, en parte porque la CE ha subestimado la caída de precio por reducción de costes de obtención de otras energías renovables como la energía eólica y la solar. T&E y BirdLife Europe creen que, al utilizar precios muy antiguos en sus cálculos, la CE hacía aparecer la energía renovable mucho más costosa de lo que realmente es.

Utilizando precios más reales para la energía renovable, la contribución de la bioenergía, como los pellets de madera, basuras y residuos, se reduciría en la UE del 60 por ciento en 2014 al 46 por ciento en 2030, lo que evidencia que la previsión de la CE de que el 63 por ciento de las energías renovables procederían de la bioenergía era exagerada. Si se opta por una combinación más rentable de energía renovable, la energía eólica se duplicaría, alcanzando cerca del 20 por ciento de las energías renovables, mientras que la solar se quintuplicaría aproximándose al 20 por ciento, dice Jori Sihvonen, responsable de biocarburantes en T&E, que añade: Lo malo es que, si no que se corrigen esos supuestos de la CE, los legisladores podrían ser menos ambiciosos en la fijación de objetivos para las energías renovables.