jueves, 13 de julio de 2023

UN NUEVO INTENTO DE ACLARAR LA REALIDAD HISTÓRICA DE ENASA-PEGASO

🔸 Un clarificador repaso a la realidad histórica de ENASA-Pegaso, el incomprensiblemente mítico fabricante español de vehículos industriales

Pegaso II de 1951
MADRID ─ Como veo que el Servicio Nacional del Mito ─organismo de cuya existencia no hay prueba alguna, pese a que los efectos de su labor se ponen a diario de manifiesto─ me va ganando la partida en lo que concierne a la realidad histórica de ENASA-Pegaso, voy a hacer un nuevo intento de poner las cosas en su sitio repasando someramente los hechos que condujeron finalmente a la toma de control por parte de la italiana IVECO de la mencionada empresa española a comienzos de los años 90.

La venta del 60 por ciento de ENASA-Pegaso, fabricante de los camiones y autobuses Pegaso, al grupo Fiat en los primeros años 90, puso fin de manera dramática a una larga carrera de entuertos y desatinos que culminaron con año y medio de aberraciones en cuanto al tratamiento ante la opinión pública de dicha operación de venta, configurando un caso que debería figurar en los manuales futuros de teoría de la información como un ejemplo dramático de hasta qué punto el ruido puede dañar la pureza informativa.

Afortunadamente, in extremis, el entonces Ministerio de Industria, queremos creer, trató de enderezar el tema y el cierre de la operación de venta a Iveco, la división de vehículos industriales del grupo italiano Fiat salió a la luz cual erupción volcánica, pillando a todo el mundo desprevenido pero como un hecho consumado e irreversible, de manera que poo después la solución final era por lo general calificada como la peor de todas las que a lo largo del año y medio que precedió al desenlace se habían ido ofreciendo a los altos estamentos del Instituto Nacional de Industria (INI) y el Ministerio de Industria. Fuentes del INI, consideraban sin embargo que había sido una salida airosa porque, de haber esperado un poco más, la única solución habría sido el cierre de la compañía española, poniendo a casi 6.000 personas en la calle o mantener económicamente el agujero negro de una organización que, a finales de 1989, llevaba acumuladas unas pérdidas próximas a los 150.000 millones de pesetas y con más de una década de balances negativos.

Desde luego, la oferta final del grupo Fiat distaba mucho de la que el grupo italiano había hecho hiciera en octubre de 1989, la cual incluía levantar en España una nueva fábrica de coches con capacidad para 450.000 unidades al año y que representaba unas inversiones de 120.000 millones de pesetas, pero ha sido siempre una característica de Pegaso mantener amoríos agitados con otros grupos industriales.

Fachada de la fábrica que fue de ENASA-Pegaso en Barajas, hoy
presidida por el logo de IVECO, el fabricante italiano de camiones

De hecho, los escarceos con otras firmas habían sido frecuentes desde el nacimiento de ENASA-Pegaso el 25 de enero de 1946, sobre lo que hasta entonces había sido el Departamento del Automóvil del INI. Así, a finales de la década de los 50 se acordaron los primeros compromisos de transferencia de tecnología con Leyland, de los que luego derivarían los motores de los célebres camiones Pegaso-Comet y del furgón J-4, el cual se mantuvo en venta, y no excesivamente evolucionado, hasta pocos antes de que la compañía española cayera en manos italianas.

En aquellos momentos, Leyland era el líder mundial de los fabricantes de camiones, muy por delante de su más inmediato seguidor. Curiosamente, la historia de ENASA-Pegaso, tuvo en el fondo un cierto paralelismo con la de Leyland, compañía ésta que pocos años después fue rescatada por DAF de un callejón sin salida, a base de comprársela al gobierno británico.

Vinieron después unos años de bonanza económica fruto más del desarrollo de todo nuestro país y de la privilegiada posición de cuasi monopolio de ENASA-Pegaso que de la calidad de los vehículos Pegaso. Aunque el trabajo del Servicio Nacional del Mito haya conseguido que se olvide, la compañía española siempre fue acusada de no invertir en el desarrollo de nuevos productos y de experimentar éstos con el usuario, dando prioridad a la salida de sus stocks de componentes en lugar de a una adecuada integración de éstos.

Por sorprendente que parezca, en las altas esferas de ENASA-Pegaso siempre se presumió de que la compañía destacaba por su tecnología, heredada de los fabulosos Hispano-Suiza y de los todavía todavía impactantes deportivos Pegaso. La realidad parece haber sido muy diferente. El suizo Marc Birkigt, cerebro de Hispano-Suiza, aprovechó la primera oportunidad que se le brindó para trasladarse a Francia y poner en práctica allí sus diseños teóricos. Y no hay que ser un lince para, leyendo la historia de Hispano-Suiza, darse cuenta de que Birkigt no tenía muy buen concepto de los españoles. 

Pegaso Rabassada
En cuanto a los automóviles deportivos Pegaso, todos los historiadores conocen que la operación, ruinosa desde el punto de vista económico, fue financiada por el gobierno español para demostrar a propios y extraños que durante el período de autarquía que siguió a nuestra Guerra Civil, habíamos sabido desarrollar nuestra industria pese al bloqueo a que nos sometieron las Naciones Unidas.

Así pues, el empujón tecnológico que puso a andar a ENASA-Pegaso parece sobre todo fruto de los acuerdos con Leyland, cosa que también hicieron otras marcas como Scania o DAF, que hoy son consideradas vanguardistas en cuanto a desarrollo de vehículos industriales, por haber sabido elaborar una tecnología propia a partir de aquélla comprada.

El siguiente idilio de ENASA-Pegaso fué una compañía norteamericana, International Harvester (IH), con la que la española llegó a un acuerdo de venta del 35 por ciento del capital del fabricante español, y la construcción de una fábrica de motores para camión en el sur de España.

Al conocerse, el acuerdo causó estupor en medios financieros internacionales donde era conocido de todos que la americana pasaba por momentos de apuros económicos, que se harían insoportables dos años más tarde cuando IH rescindió su compromiso con el INI devolviendo el capital adquirido a cambio de unas supuestas compensaciones tecnológicas que nadie vio por ningún sitio y que como mucho se tradujeron en la venta a ENASA-Pegaso, por el módico y simbólico precio de una peseta, de Seddon-Atkinson, una fábrica británica de camiones que IH conservaba de un intento previo de establecerse en Europa.

Aunque en España se vendió la compra de Seddon-Atkinson como una nueva operación gloriosa que permitiría que los camiones Pegaso pudieran acceder al mercado británico, aún el primero de Europa, lo cierto es que una de las primeras consecuencias de aquellas compensaciones tecnológicas fue que ENASA-Pegaso tuvo que inyectar dos millones de libras esterlinas de las de entonces para que los acreedores de Seddon-Atkinson desbloqueasen las cuentas bancarias de la misma de manera que los proveedores de la firma británica suministraran a ésta los componentes necesarios para reanudar la fabricación de camiones.

Por cierto, pese a que en la contabilidad consolidada de ENASA-Pegaso nunca se desglosaron los resultados económicos de Seddon-Atkinson y a que en la compañía española nadie quiso hablar del tema jamás, por debajo subyacía la idea de que Seddon-Atkinson había supuesto una auténtica sangría económica para ENASA-Pegaso.

No saltaron a la luz, pero existen indicios de contactos posteriores con Scania, Iveco (Fiat) y Renault que no cristalizaron en nada concreto, salvo en la opinión generalizada en medios industriales europeos de que el triunfalismo de los responsables de ENASA-Pegaso era insoportable. Se decía: Son capaces de proponer a General Motors que compre una participación de Enasa y dar la sensación de que son ellos los que van a comprar General Motors.

El Pegaso Troner pudo salvar a ENASA.Pegaso pero llegó tarde y
algo falto de potencia
Y fué precisamente en 1985, tras unos acuerdos tecnológicos en el campo de los autobuses con la germana MAN ─que también tuvieron su historia─ cuando se iniciaron las negociaciones con General Motors, al tiempo que Toyota mandaba un equipo de auditores a analizar la situación económica de la compañía española por si merecía la pena hacerse con ella y corrían rumores de contactos con Nissan.

El resultado final de todo, nada. Para colmo de males, tras una interesante operación con Egipto en el campo de los autobuses, se acometió otra con el mismo país en el área de los camiones militares todo-terreno, operación esta última que quedó truncada por decisión unilateral egipcia y que pilló a los españoles con un inmovilizado de vehículos militares que se llevó por delante todo el beneficio conseguido en la previa venta de autobuses y más. Los camiones rechazados por el gobierno egipcio terminarían vendiéndose al cabo de añosa los Ayuntamientos españoles reconvertidos en coches auto-bomba para sofocar incendios forestales.

Aunque el Servicio Nacional del Mito haya conseguido sumirlos en el olvido, aún hubo otros desatinos posteriores: así, amparándose en unos beneficios de 1.000 millones de pesetas que finalmente se transformarían en 7.000 millones de pérdidas y en un saneamiento económico que los resultados desmentían, el INI se permitió rechazar en 1989 ofertas de Volvo, DAF e Iveco. Es más, para rizar el rizo, se llegó a posponer la toma de una decisión final sobre estas ofertas hasta que pasaran las elecciones del 89, en un momento en que la contracción de la demanda europea de camiones (incluida la española) era ya evidente, proclamando a los cuatro vientos que el tiempo jugaba en contra de ENASA-Pegaso.

¿Hay en esta somera historia de ENASA-Pegaso algo que nos permita enorgullecernos?. Sí, la santa paciencia y el forzado espíritu de sacrificio que mostraron durante todo ese tiempo los transportistas españoles que con grandes esfuerzos económicos compraban aquellos camiones Pegaso, sabedores de que la probabilidad de completar un viaje sin averías era bajísima.