martes, 2 de abril de 2024

TÉRMINOS DE AUTOMOCIÓN Y SU HISTORIA: COCHEROS, CHAUFFEURS Y CONDUCTORES

🔸 Gracias a D. Jacinto Benavente sabemos por qué los coches tienen chófer

MADRID ─ En el boletín quincenal de la Asociación Española de Profesionales de Automoción (ASEPA) correspondiente al 1 de abril de 2024, se incluye un curioso artículo sobre el origen de las palabras cocheros, chauffeurs y conductores, firmado por Manuel Lage, presidente de la Comisión Técnica Observatorio de Términos de Automoción de ASEPA, artículo que, por su interés, reproducimos a continuación. El lector que desee conocer qué otros temas se tratan en el boletín mencionado, puede descargarse éste en formato PDF pinchando AQUÍ.

Los conductores de los coches de caballos en España se llamaban cocheros, un término de uso desde los primeros años del siglo XVII. En Francia el chauffeur era el que accionaba el fuelle y mantenía vivo el fuego de una fragua; este término se aplicó luego al fogonero que alimentaba la caldera en las máquinas de vapor.

Con la llegada de los primeros automóviles de vapor a finales del siglo XIX, el mismo chauffeur se encargaría de conducir el vehículo, por lo que muy rápidamente y por extensión el término se aplicaría al conductor de los nuevos automóviles, primero de vapor y luego con motor de gasolina. En España se planteó un pequeño problema lingüístico, que aparece magistralmente ilustrado en una colaboración titulada “Murmullos de mar”, aparecida en el semanario Madrid cómico de agosto de 1898, firmada nada menos que por el insigne D. Jacinto Benavente, que sitúa la acción en un ambiente de vacaciones: 

En una de las playas españolas más frecuentadas, a la hora de moda para el baño. Varios grupos: aristócratas de ambos sexos, burgueses de ídem, bañistas sencillos, etcétera, etc.; muestras sin valor de hombres y mujeres que la tierra envía a orillas del mar, como el mar envía a la tierra conchas y caracoles. Se habla, se chismorrea o se chismea, como dicen en Cuba; se coquetea y se politiquea. Recojamos algunas coquilles de humanidad: 

  • ¿A qué dirán Vds. que ha ido mi marido a París? 
  • A comprar un automóvil... 
  • Si no fuera por los cambios yo hubiera comprado uno 
  • Dicen que los hay preciosos. Oiga Vd. ¿cómo se llamará en español al que lo guía? ¿chauffeur?... 
  • Literalmente, calentador... 
  • ¡Y cómo vamos a llamar así al cochero! 
  • Bueno…, lo dejaremos en francés...” 

Unas señoras bien, como se decía entonces, acababan de crear el término español chófer para el conductor de los nuevos automóviles como podemos ver, aún escrito en francés, en el manual de 1906, cuya portada ilustra estas líneas. Es curioso el abandono del término cochero, que siempre había identificado al conductor de los coches de caballos. El cochero era el conductor de un carruaje de uso público o un empleado de su propietario; en estas condiciones estaba claro que una persona de alto nivel social como eran los primeros automovilistas no podía definirse como cocheros, igual que uno de sus sirvientes. 

En Inglaterra sucedió algo curioso: los primeros modelos de poca potencia tenían todas las complicaciones de puesta en marcha, conducción y mantenimiento. Cuenta la crónica que en algún club de Londres tuvo lugar una tertulia de gentlemen que se plantearon la cuestión de si deberían ser ellos mismos los que condujesen las nuevas máquinas, o dejarlo para los criados; la decisión fue sencilla pues el arranque a manivela, la maloliente gasolina, los petardeos del escape, las manos sucias, etc., desaconsejaban que aquello pudiese ser una ocupación para gente fina. 

Para designar al encargado de la máquina, se utilizó el término francés conducteur, que además encajaba perfectamente con el de automobile inicialmente adoptado, común en francés y en inglés. La situación cambió cuando llegaron los nuevos coches de varios cilindros, potencias mayores y unas velocidades que poco tiempo antes resultaban impensables; se presentaba una nueva fuente de emociones fuertes a la que los gentlemen no podían renunciar. Pero los gentlemen no podían ser simplemente conducteurs, por lo que finalmente se adoptó gentleman driver, que dejaba claro tanto el origen como el entretenimiento de los nuevos sportsmen del automovilismo. 

Así, el inglés ofrecería una alternativa a nuestro chauffeur-chófer; el término driver, traducido como conductor, dando lugar a que fuesen chófer y conductor los términos españoles para el que maneja un automóvil. También hubo otro término, reservado a las familias con coche y chófer de toda la vida, en las que los mayores llamaban el mecánico al encargado del cuidado y conducción del automóvil.

Así pues, gracias a D. Jacinto Benavente sabemos por qué los coches tienen chófer.